El maestro del bandoneón viaja por el mundo armando esqueletos. Atando eslabones para dar pistas de lo que fue el tango que él conoció: música que era el lenguaje de la cultura popular. Rodolfo Mederos habla en pasado porque cree que la existencia de ese genero hoy es dudosa. Se ve así mismo como un arqueólogo y al mismo tiempo soldado resistente de la verdadera "tanguinidad". Del tango electrónico ni siquiera habla.
Usted ha criticado la tendencia electrónica del tango que quizá puede acercar a público joven a ese genero, ¿por qué?
"No estoy de acuerdo. Eso no acercó, alejó al público joven. En principio eso no es música. Lo electrónico es un computador, una plancha, no existe el tango electrónico".
¿Por qué un género tan folclórico del sur gusta en tantos sitios?
"No sé. Habría que hacer un análisis muy profundo, sociológico, antropológico, musicológico, para ver por qué una música -en este caso el tango- funciona en la sensibilidad de culturas muy lejanas. Acabo de venir de Turquía, el tango allí es una locura y uno dice qué tendrá que ver Turquía con el Río de la Plata. Creo que no hay un lugar en el mundo donde el tango no funcione. El tango no es solamente una música, es una visión del mundo. La tanguidad es una forma de entender las cosas. Es una forma de ver el mundo, una filosofía. No hace falta ser ni músico ni bailar tango para ser tanguero. El tango es una forma de cultura que mira hacia adentro, profundiza en uno, al contrario de las músicas actuales, propias del postmodernismo y de la sociedad de consumo. ¿Quién no se siente solo, quien no se siente triste, quién no tiene un amigo, quién deja de tener un amigo, quién no ha tenido una mujer, quién no ha perdido una mujer? Todas estas realidades el tango las plantea de una manera muy filosófica, individual. Tal vez esta sea una de las causas por las cuales funciona".
¿Por qué es tan importante, en el lenguaje del tango, la nostalgia?
"La nostalgia es un elemento importante. El tango se alimenta de sentimientos que todos tenemos, solo que los plantea con valentía y con poesía. Al contrario de las músicas populares actuales que son un poco bulliciosas, un poco para creernos que estamos bien. El tango no miente. Dice la verdad".
¿Han cambiado mucho el público que lo seguía a usted antes al de ahora?
"Los públicos están como cuando uno hace una selección. Muchos han quedado pegados a estas cuestiones de la moda, del tango electrónico y de otras expresiones que para mí no tienen nada que ver con lo artístico. Otras muchas personas han ido afinando su gusto, y son las que siguen escuchando esta música que yo propongo. La gente joven ha tomado dos caminos. Algunos están entusiasmado con esta moda, se han sumergido en lo que ellos creen que es el tango y en realidad no están haciendo nada de eso y otros están buscando profundizar en esta música para comprenderla porque no es una música que esté en su mejor momento. El tango estuvo en su mejor momento hasta los años 60 y ahora es una mueca. Ahora es un traer al presente -quizás a la fuerza- algo del pasado y lo que se produce hoy para mí deja mucho que desear. El tango ha dejado de ser".
¿Esta moda del tango es como el canto del cisne?
"Sí. En un momento el tango fue la cultura popular de un pueblo, representaba lo que estaba ocurriendo, era una forma más de las cosas que ocurrían. La sociedad se convirtió en una sociedad de consumo y el tango no tiene lugar en una sociedad de consumo. Te lo dije antes, el tango mira hacia adentro y mira al individuo y hoy el individuo ya no existe".
¿Usted cómo se ve en esa moda?
"Como un arqueólogo. Como alguien que conoció aquellos ejemplares de música, músicos, poetas, arregladores e intérpretes, y que hoy son solo esqueletos. Estoy intentando arrumar lo que fue, quizá para que los jóvenes puedan entender cómo fue lo que fue. En nuestra sociedad, por la dictadura militar la transmisión de cultura se interrumpió. El tango quedó suspendido. Estaba prohibido oírse en las emisoras, se rompieron las matrices de las viejas orquestas e intérpretes y ocupó el lugar lo que se llamó la nueva ola. Las generaciones nacidas en esa época y los hijos de esas generaciones no conocen lo qué es el tango, no saben lo qué es un bandoneón. Un joven hoy es un huérfano si no tiene en esa cadena a la que faltan eslabones, los eslabones perdidos del tango".
¿No le molesta que lo inviten a muchos conciertos por moda?
"Tocar música no es solo ganarse unos pesos -por su puesto lo hago porque de eso vivo- si no que es poner a la gente en una situación límite, enfrentarla a otra cosa, sacarla de esta cotidianidad superficial, hacer pedagogía, enseñar, mostrar caminos posibles".
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