Muchas cosas están cambiando en Colombia por efectos de la acción del hombre sobre la naturaleza, la cual nos empieza a pasar su cuenta de cobro con graves repercusiones en cuanto a pérdidas de vidas humanas y económicas, por los desastres naturales, y con el agravamiento de las condiciones de vida de la población, en aspectos como la salud, la alimentación y la infraestructura vial.
El informe especial publicado ayer por este diario sobre el Cambio Climático en Colombia, realizado tras visitar diferentes regiones del país, hablar con sus habitantes y con los expertos, nos da cuenta de un fenómeno que tiene repercusiones ostensibles, inmediatas y graves. No se trata de un asunto de ciencia ficción, ni de predicciones astrológicas ni apocalípticas. El cambio climático es real y sus efectos comienzan a ser dramáticos.
Este es el segundo informe especial publicado por EL COLOMBIANO sobre este crucial tema. El primero fue sobre Antioquia donde el periódico puso en evidencia el inmenso avance de la deforestación por efecto de los cultivos ilícitos y de la ganadería extensiva... y seguramente vendrá el tercero sobre el calentamiento global, para dar constancia de una preocupación esencial de la humanidad frente a la cual las políticas y las acciones de los gobiernos, en todo el mundo, se han quedado cortas, mientras los perversos efectos resultantes avanzan en forma acelerada.
Y dicen los científicos de Naciones Unidas que lo peor está por venir. Son innumerables los foros de expertos que han sido convocados para hacer evaluaciones de los impactos regionales que comienzan a evidenciarse, sin que, en consecuencia, se asuman responsabilidades políticas. Impactos regionales que son cada vez más graves, como el que vive esta Colombia caliente y mojada , de la que da cuenta nuestro especial, con el peor invierno en un siglo y que deja 835 mil personas damnificadas en 27 departamentos.
El fenómeno afecta además la producción de alimentos en numerosas regiones del mundo y Colombia no es la excepción. Tenemos una tierra más pobre e incierta. Ante la alteración del régimen de lluvias, los campesinos tienen que adivinar cuándo sembrar, y no siempre aciertan en los tiempos de la cosecha, lo que se suma a la degradación de los suelos por el abuso de químicos.
Las enfermedades como el dengue y la malaria están al orden del día, pues el aumento de la temperatura beneficia a los agentes infecciosos, con repercusiones en la salud de la población. Y la vida animal y vegetal también corre riesgo: están desapareciendo especies de flora y fauna en las regiones andinas. El 12 por ciento del territorio nacional está en avanzado proceso de desertificación, que se suma al 4 por ciento que ya tenemos de desierto.
Las alarmas están encendidas hace rato y el periódico ha querido enfatizar en los efectos ya ocasionados, para que el país asuma el reto de evitar daños peores y exija, y acompañe, las acciones necesarias para proteger nuestro hábitat, antes de desbarrancarnos hacia el abismo.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6