La posición de las Farc siempre ha sido cómoda en cuanto al diálogo se refiere. Recordemos los gobiernos anteriores de mano blanda, donde la guerrilla se había tomado mucha parte del territorio colombiano y donde se podía ver cómo ponían las condiciones para dizque hablar de paz, cuando en realidad la paz nunca ha sido su intención.
Hoy que tenemos un gobierno que los pone entre la espada y la pared y que los deja sin herramientas para condicionar los diálogos, les da por presionar para que mediadores externos de esos gobiernos de izquierda, que se han ido tomando lentamente a Latinoamérica, se conviertan en parte de un conflicto que es interno y que no tiene nada qué ver con ellos, excepto buscar aliados en su necesidad expansionista para una Latinoamérica socialista.
Ningún gobierno, persona u organismo, puede ni debe, tener injerencia en nuestros asuntos internos; qué bueno que Uribe tiene los pantalones bien puestos y tiene claro que de paz se habla, pero si hay que hacer la guerra mientras tanto, se hace y se hace para ganarla. Nadie tiene que "meter las narices" acá y menos aquellos que detrás vienen con sus oscuras intenciones de conseguir el respaldo ideológico que necesitan para que la izquierda llegue al poder en Colombia en las próximas elecciones, porque qué evidentes son las intenciones de Chávez, Correa y Ortega, que disfrazadas de buena voluntad ponen en riesgo nuestra democracia.
Ninguno de ellos, ni las ONG europeas que desde ideales izquierdistas apoyan a las Farc porque creen que son unos pobres valientes que luchan por el pueblo, cuando lo único que hacen es acabar con él lentamente, deben participar del proceso de paz de mi querida Colombia. Cómo se atreven las Farc a decir que es necesario un gobierno "verdaderamente democrático", cuando Uribe está en el tope de la popularidad y cuando vimos a millones de colombianos marchar en contra de los bandidos y por el sueño de cada uno de nosotros, la Paz y la liberación de los secuestrados.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6