Su secuestro, cuando tenía ocho años, le enseñó lo que era no tener nada. Unas épocas han sido de cuernos de abundancia deportiva y otras de derrotas que dejaron profundos aprendizajes.
Esa vieja retención que duró tres días, lo puso a prueba, sobre todo, con el no poder comer, y un cautiverio que le impedía moverse.
La pieza oscura del monte viene de pronto a su memoria, sobre todo en los momentos de triunfo, como estos que ha vivido en Brasil y Argentina, donde el podio ha sido el compañero y el resultado frente a tanta exigencia personal.
Él, por medio de sus propias vivencias, entendió, con el tiempo, que todo se debe recibir como venga. Especialmente los triunfos. Y no desanimarse ante las derrotas.
Augusto Tin Castro, ha sido por años una especie de marca del bicicrós, de un deporte que llegó a ser minimizado y hasta ridiculizado, pero que por sus propios actores superó muchos tropiezos.
Las cientos de carreras nacionales e internacionales; los traspiés de delicadas lesiones -varias fracturas-, han dejado una profunda huella en la vida deportiva de este muchacho que se convirtió en un profesional de la bicicleta de bicicrós desde los 14 años.
"Han sido 18 años de permanente constancia; de no desmayar en los momentos duros. Ya no me pongo bravo cuando pierdo y no hago de ello un drama".
Esta confesión de circunstancias es la que le ha valido ir por el mundo cosechando triunfos, como el que obtuvo el domingo pasado en Sao Paulo, Brasil, cuando logró el cetro en la Copa América, frente a los mejores del continente suramericano.
"Fue una fantástica experiencia por la calidad de los rivales y la respuesta de tanto público", enfatiza.
Su sueño, como el de quienes están en el máximo nivel, es poder acariciar una medalla olímpica. Hace tres años tuvo la experiencia de Pekín, a donde Colombia fue con tres pilotos, entre ellos Tin Castro, pero su mentalidad lo tiene motivado hacia Londres-2012, camino que inició anteayer en Argentina, donde logró los primeros puntos para ir a la segunda cita olímpica.
El año pasado sembró lo que ahora recoge, por cuanto en los Juegos Suramericanos de Medellín sumó un doble aliento, dos medallas de oro, ante su gente y la forma de poder volver a entrenar en la pista de Belén, a la que le hace serios cuestionamientos.
Hoy le da gracias a toda su familia, a la novia que no está más a su lado y a los patrocinadores que han reconocido su valía de forma desinteresada.
Tin volvió a la sensación de ganar; de saborear el éxito, pero él conoce lo que significa la derrota y el estar libre, después de haberle ganado al secuestro.
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