Estados Unidos, tan criticado por ideólogos de diverso espectro, da cada rato ejemplos de fortaleza institucional.
La semana pasada, George W. Bush entregó en Dallas, para toda la comunidad, su biblioteca presidencial, eximia tradición norteamericana desde Franklin D. Roosevelt.
Y en la ceremonia inaugural vimos a todos los expresidentes vivos de la nación, y al presidente en ejercicio, Barack Obama, participar con el mayor respeto y armonía en ese acto solemne. Bush (W.) fue un presidente controvertido. No obstante, los discursos de sus colegas fueron elogiosos, cálidos.
Ninguno usó expresiones destempladas o giros dialécticos para atacarlo en su día. Y todos ellos han combatido en el ring político, a veces con fiereza. Vencidos sus mandatos, los anima el patriotismo y el amor a su país. Las rencillas quedan atrás, y ni una pizca de odio se evidencia de unos contra otros.
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