El mago de Oz , uno de los grandes clásicos de la historia del cine, cumple hoy 70 años desde su estreno en Estados Unidos con toda su magia intacta, la misma que la define como estandarte de ese cine "de antes" llamado a la extinción.
Los 101 minutos de aventuras de Dorothy, el león cobarde, el espantapájaros y el hombre de hojalata, que recorren el camino de baldosas amarillas en dirección a Ciudad Esmeralda para dar con el Mago de Oz, suponen "la quintaesencia de las películas de estudio en Hollywood".
Así lo aseguró Randy Haberkamp, programador del ciclo "El mejor año de Hollywood: las candidatas a mejor película de 1939", organizado por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas en el Teatro Samuel Goldwyn, de Los Ángeles.
"Cada toma fue rodada en un escenario. No hay nada real en el filme. Todo es una fantasía, una completa creación artística. Fue un trabajo específico correspondiente a una época específica, y eso convierte la película en un cuento de hadas eterno", comentó Haberkamp.
Basada en la novela de L.Frank Baum, la historia se centra en Dorothy (una adolescente Judy Garland), y en su perro Toto, quienes acaban en la tierra de Oz tras ser succionados por un tornado en Kansas.
Allí conocen a la Bruja Buena del Norte, quien les sugiere que sigan el camino de baldosas amarillas hasta dar con el Mago de Oz. La película, fruto de la época dorada de Hollywood, recuerda una manera de hacer cine que ya no tiene continuidad.
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