El joyero escultor Rafael Bello cuenta esta anécdota con un guiño pícaro. Durante una de sus exposiciones una mujer le dijo: "podría salir desnuda con un collar suyo y nadie se daría cuenta".
Y es que sus joyas no pasan desapercibidas. Tienen volumen. De hecho, son concebidas como esculturas, piezas únicas a las que hay que recorrer en cada una de sus aristas.
"Una joya es una pieza utilitaria que bien puede servir como objeto decorativo o contemplativo", dice.
Rafael es un cubano, que luego se nacionalizó en Venezuela, y aunque dice que su llegada a este territorio fue un azar, el aterrizaje en Colombia, donde vive hace dos años, fue una decisión.
Con estudios de pintura y escultura en la escuela de Artes Plásticas de Alejandro, en su tierra natal, pronto Rafael se dejó atrapar por la joyería, y decidió convertir cada pieza en un objeto único, que realiza en su taller de orfebrería.
Su exposición Creación fuego y pasión, que se puede ver en la Joyería Sterling, de Oviedo, hasta el próximo 18 de julio, reúne 45 piezas que dan una idea de su trabajo durante 18 años.
Collares en los que enlaza piedras semipreciosas, como una malaquita, un avalon o un ojo de tigre (sus preferidos), o bien un fósil (Amonita), se unen a construcciones en plata que se convierten en el centro de atención.
Y terminan por ser tan únicos porque compra con lupa sus piedras, en la mayoría de los casos a un mayorista de piedras en Francia.
Tras de sus anillos o incluso, las cajas decorativas que crea, se adivina el trabajo que este artista realiza con el oxígeno y el acetileno, en el que va derritiendo el metal que se transforma, al azar.
Así, sobre una superficie agreste puede trabajarse un detalle, de formas impensadas.
Lo que ha podido experimentar en su taller, hasta por 14 horas al día. La joyería es su actividad, pero también su "válvula de escape", el lugar en el que recuerda a sus amigas, Delia o Silvia, cuyos nombres identifican a las piezas y que le recuerdan la exuberancia de alguna o el temperamento alegre de otra.
Heredero, -pero no copista- del Art nouveau , Rafael cree que su arte tiene un sello, la impronta del orfebre y del escultor. Con ello, recorre el mundo, en exposiciones en las que deja ver que "la belleza está en cualquier parte", como dice.
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