El actual Congreso empezó su tercera legislatura sin levantar el pie del acelerador, tanto que después de la instalación, el 20 de julio, en el Senado han sido radicadas 84 iniciativas, mientras que la Cámara de Representantes ya tiene en su haber 90 proyectos, entre los que destacan tratados internacionales, el del presupuesto general de la Nación para 2013, el del presupuesto bianual de regalías o el que busca reformar el sistema de salud, pero también temas de puro trámite, como múltiples condecoraciones a municipios y departamentos.
La acumulación de proyectos no es necesariamente positiva, pues muchas veces obedece a reacciones coyunturales o hasta publicitarias, como pueden ser los recientes intentos por abolir el cargo de vicepresidente general de la Nación, por crear el Ministerio del Deporte, o por modificar el reglamento del Congreso luego de la escandalosa reforma a la justicia. Otro problema, con el mismo origen, es la llegada de múltiples textos sobre un solo asunto, como pasa hoy con dos que buscan dar cárcel a los conductores borrachos, presentados por el Movimiento Mira y por el presidente del Senado, Roy Barreras.
La ministra de Justicia, Ruth Estella Correa, llamó la atención al respecto en el debate sobre la situación carcelaria, en la Cámara de Representantes. Le pidió al legislativo que antes de aprobar cualquier iniciativa mida los posibles efectos sobre la sociedad de nuevas leyes.
Uno de los nuevos dignatarios del Congreso, el presidente de la Cámara, Augusto Posada (Partido de la U), parece identificado con ese cometido, tanto que dijo que en el Congreso se pueden aprobar 1 ó 100 leyes, pero lo importante es que esas iniciativas le sirvan realmente al país, "no es simplemente aprobar por aprobar. Estoy en contra de que la eficiencia se mida por el número de leyes aprobadas. No es el número sino si las leyes las necesita el país, ese es el espíritu que estamos persiguiendo en esta mesa directiva".
Al presidente de la Cámara se le preguntó también sobre la costumbre de presentar leyes frente a temas coyunturales: "Esa actitud es buena cuando los partidos y el Congreso discuten temas que solucionan problemas, pero estoy en contra de aquellos que sacrifican a una Nación con un titular de prensa. Hay un espíritu de mucha responsabilidad en este Congreso aprendiendo de los errores cometidos".
Alejandra Barrios, de la Misión de Observación Electoral, es mucho más severa: "Legislar de acuerdo a los escándalos o a la ola de opinión termina haciendo que la legislación cambie muy rápidamente, no se conocen los impactos y a veces se hacen tan rápido que no se mantiene una línea de base. Uno de los problemas del Congreso es que es muy prolífico en reformas constitucionales, cosa preocupante porque un país necesita una estabilidad constitucional, y también en la emisión de una cantidad de leyes a las que es muy difícil hacerles seguimiento y evaluar sus alcances e impactos".
Armando Novoa, del Centro de Estudios ‘Plural’, también tiene opinión con respecto al ‘entusiasmo parlamentario’: "Parecería que no sirviera de mucho aprobar tantas iniciativas, pues tenemos un país lleno de leyes y arbitrariedad, me preocupa la calidad de las leyes la falta de reflexión y de análisis al interior del Congreso. Sería amigo de que detuviéramos esa hemorragia legislativa y por un instante pensáramos que el Congreso debe hacer control político y sincronizarse más con la ciudadanía".
El analista agrega que las leyes inoperantes truncan la modernización del Estado "porque se convierten en una carrera de obstáculos entre el ciudadano y el Estado, en la que, lógicamente, quien más se ve afectado es el ciudadano. Debemos exigir menos leyes y más calidad".
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