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HISTÓRICO
En "vocho" de California hasta Tierra del Fuego
José Alejandro Pérez M. | Publicado
Los caracoles son unos animalitos de los que se dice que siempre están con su casa a cuestas. Pero eso no es extraño.

Lo extraño sí es ver a dos personas que tengan por casa a un Escarabajo, y que luego de un año se sientan totalmente a gusto con su vivienda.

Eso es lo que pasa con Dirk Dahmer y Tosten Schmitz, dos alemanes que desde hace doce meses cogieron un Escarabajo Volkswagen 1952, Split Window (ventana trasera partida en dos) y lo convirtieron prácticamente en su hogar, desde que salieron de California, Estados Unidos, con dirección a Tierra del Fuego en Argentina.

"Queríamos ver el mundo con nuestros propios ojos", dice en un entendible español Tosten, cuando se le pregunta por qué decidieron realizar esta travesía.

Claro que antes de emprender el rumbo al sur, el primer camino los dirigió hacia Alaska. Allí, como gomosos que son de los carros, y en especial de la marca Volkswagen, encontraron una Kombi, dieron 100 dólares para evitar que la vendieran, se fueron hasta Alemania, compraron los repuestos y se dieron a la tarea de restaurarla. Hoy la Kombi hace feliz a un aficionado en Bélgica, señala Dirk.

Otra vez en camino a Tierra del Fuego, estos dos amigos que se conocieron gracias al gusto que comparten por los carros, han disfrutado de una serie de experiencias que los pusieron en contacto con culturas antes para ellos extrañas.

Y para ello cuentan con un aliado que para nada se ha amedrentado. Solo tuvieron problemas con el distribuidor del carro, que cambiaron por uno nuevo. Eso y tener que cargar gasolina han sido los mayores obstáculos en su recorrido.

El Escarabajo se ha integrado, de manera perfecta, a la vida de estos dos paseantes. Con una serie de elementos y adaptaciones que les permite transportar todo lo necesario para hacer de la ruta algo más agradable. A veces, incluso es su dormitorio, cuando no se hospedan en algún sitio especial para viajeros o arman su carpa en algún paraje especial de la ruta o en algún centro de campamento autorizado.

A Medellín llegaron desde Cartagena, una ciudad que les encantó por su aspecto histórico, aunque el calor los golpeó con fuerza. Hoy, a esta hora, probablemente, si no se quedaron enredados en los encantos de alguna de las ciudades del país, ya están al sur de la frontera continuando su camino, que esperan culminar en unos tres meses más. Y luego retornar a Alemania. Pero está última parte del viaje sí en avión.
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