Santiago Roncagliolo es más grande que Juan José Hoyos. Habla más duro y más rápido. Saludó de primero, "¿Buenas noches, ¿si escuchan?", y cuando ya estaban sentados, una cabeza más grande, lo miró: "¡cuánta gente ha venido a verte maestro…".
"Dicen que somos muy cerrados y no, somos muy abiertos", le respondió el de las dos jotas en el nombre. Hablaron de la amabilidad de los paisas, de los peruanos, de que a Roncagliolo le gusta Medellín. Hasta la primera pregunta: "¿hay espacio para la crónica aquí?".
La prensa del siglo XX —explicó Juan José— le daba más espacio a la crónica. A partir de los 80 cambió. "Creo que en Colombia los periódicos entendieron mal la competencia de la radio, la televisión y el internet. Hay espacio, pero más bien en las ediciones de los domingos".
La conversación pasó por anécdotas, personales y de esas historias que les ha pasado, a los dos, en la escritura de sus libros y en el ejercicio del periodismo. Saltaron temas, de la historia de Perú a la de Colombia, de la violencia de allá a la de acá. De la vida de la R a la de la J.
Varias veces sonaron las palmas y las risas, carcajadas incluso, del público, que fue a verlos a las 5:00 de la tarde del sábado, en el Parque Explora. La charla del peruano y el colombiano tenía un nombre: Buscadores de historias prohibidas.
Roncagliolo se devolvió en el tiempo, a cuando iba a estudiar periodismo y su papá, que era periodista, le dijo, ¿qué vas a estudiar allí, redacción, mecanografía?, por qué no vas a la universidad a estudiar cualquier carrera de muerto de hambre y luego haces periodismo, que es lo que hacemos todos". Estudió literatura.
"Lo que me desesperaba de las clases de literatura es que, en las facultades de música te enseñan a hacer música, en las de arte, a esculpir, y en las de literatura, crítica. Escribir se veía distante. Yo empecé el oficio de escribir con el periodismo. En la universidad aprendí a leer y en el periodismo a escribir".
La conversación llegó hasta antes de las 7:00, con más frases. "Hubo un regreso a la crónica en Perú, y en América Latina, quizá porque vivimos en un mundo más escéptico, contó Roncagliolo. "Con la crónica no le impones al lector su idea. El lector saca sus conclusiones".
"No creo en la objetividad —frase de Juan José—. Está la mirada de uno. Con quién llega, a qué horas va. Yo trato de practicar un verbo de Castro Caycedo, pacienciar la historia". "Lo bonito del periodismo narrativo es escuchar".
Se pararon. Era la hora de los libros, afuera. De que a alguien le pasara, como a Roncagliolo cuando tenía 10, con un libro de poesía, "que era tan bueno, que me lo robaron".
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