Actualmente rige en el departamento de Antioquia la ordenanza n.° 18 de 2002 (Código de Convivencia Ciudadana), que regulariza el ejercicio de los derechos y libertades públicas, el mantenimiento de la convivencia pacífica y del orden público, el respeto a la Constitución Política, las leyes y los tratados internacionales y determina quiénes son funcionarios de policía, sus atribuciones y actividades.
Por su conveniencia, esta importante norma fue elaborada y estudiada en forma juiciosa por la Duma departamental, pero muchos de sus preceptos se encuentran sin aplicación ante la falta de diligencia y de efectivos controles por parte de quienes deben exigir su cumplimiento.
Este Código prohíbe el consumo de bebidas alcohólicas en espacios públicos, pero desafortunadamente, ante los ojos de las autoridades, se viene violando este mandato, especialmente los fines de semana, ya que aceras, calles, parques y unidades residenciales abiertas de la ciudad, se ven atiborradas de toda clase de consumidores y rumberos, especialmente menores de edad, que han convertido estos lugares en verdaderas cantinas y depósitos de envases y desechos.
Dicha contravención se ha venido generalizando con los consiguientes perjuicios para la seguridad, tranquilidad, convivencia, salubridad, moralidad, medio ambiente.
Lamentablemente los comerciantes de establecimientos abiertos al público con venta de bebidas alcohólicas, a medida que va pasando el tiempo, se van relajando en el acatamiento a las normas y a los compromisos adquiridos en el sentido de mantener limitados los decibeles en los equipos de amplificación, de cumplir estrictamente los horarios autorizados, de no extender sus negocios con invasión del espacio público, de no permitir el ingreso a sus locaciones ni la venta de licores a menores de edad, ni mucho menos consentir el consumo de drogas ilícitas.
Circunstancias que deplorablemente se están dando ante la permisibilidad de funcionarios que por temor, desidia o presunta corrupción, no cumplen cabalmente con sus deberes.
Se hace necesario emprender verdaderas campañas para la recuperación del espacio público, principalmente de los parques, para que éstos nuevamente sean lugares de descanso, de cultura y de sano esparcimiento, donde acudan sin temor niños, jóvenes, ancianos y ciudadanía en general.
Y a los menores de edad, hay que defenderlos de esta sociedad de consumo que con sus influencias y vicios, los están llevando por caminos distorsionados que ponen en peligro su integridad física y moral.
Ante tales hechos se requiere de un trabajo conjunto, en el que los padres de familia den buen ejemplo y ejerzan acompañamiento y control sobre las actividades de sus hijos; los educadores infundan en sus alumnos la resistencia a los vicios y al desorden que éstos generan en sus vidas y en la sociedad; los comerciantes acaten la normatividad; las autoridades cumplan con sus funciones y los organismos de control, como la Personería y la Procuraduría, velen porque tan importante norma de convivencia se cumpla a cabalidad.
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