Es difícil escribir en el estado póstumo del homenajeado, cuando las más notables plumas ¡con justicia… se han volcado en adjetivos nobles, altivos y llenos de profunda gratitud al padre de la obra literaria más exquisita de los últimos siglos en el habla de Castilla, no en vano los dirigentes de repúblicas, Estados caribeños y hasta el presidente de la potencia que con tanto acierto Gabo criticó, se unieron al concierto que despide a Gabriel José de la Concordia García Márquez.
Hay quienes pretenden diferenciar, con total desatino, al Gabo escritor del político, intentando asignarle una especie de bipolaridad o una condición sobrehumana que le permite pertenecer a dos entidades en un mismo estado, lo que equivale a llevar a García Márquez a un extraño nivel en donde es uno cuando escribe novelas y otro cuando habla de la política. El mismo Gabriel, algún día apuntó con destreza, que notaba como amaban al escritor y odiaban al "animal político".
En Gabriel García Márquez sí hay una dualidad obvia, aunque no la anunciada por personajes retardatarios y de imaginación estéril, sino por el devenir natural de los genios, quienes son diferentes a sus obras, es decir, una cosa es Gabo y otra muy diferente es su obra, esta como aquel tiene vida propia e independiente, se mueve por los anales de la historia en dimensión disímil a la del artista, es como un parto en el que un ser tan mortal como Gabo da a luz con la yema de sus dedos una obra vital de naturaleza imperecedera, que jamás nos abandonará como naturalmente hizo el maestro.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6