La voz de José Joaquín Calle Ramírez —Juaco para la gente de Villatina— es una letanía desde un lugar hondo de la memoria. Recita sin verla, la inscripción de una escultura levantada en el sitio donde se estima que hay alrededor de 200 cuerpos sepultados, víctimas del deslizamiento que en 1987 arrasó gran parte del barrio. "Un hombre con la fuerza de su voluntad transforma el devenir catastrófico de su entorno y en medio de la muerte enaltece la vida", reza.
La pala con la que un trabajador excavaba para la construcción de una pila en las obras del Ecoparque Camposanto Villatina chocó con algo duro en la tierra. Sorprendido por la evidencia inequívoca, aunque ya había sido advertido de lo ocurrido allí mismo 26 años atrás, recobró la herramienta y avisó al oficial de turno que en el fondo del hueco había un cráneo.
El hallazgo ocurrió el pasado 26 de febrero, pero solo hasta ayer la Fiscalía confirmó que en el sitio se encontraron tres cuerpos, el de una mujer y los de dos niñas. Ya durante la excavación se habían encontrado prendas de vestir y algunos vestigios del deslizamiento que dejó entre 500 y 600 muertos, cifra que los medios de la época no pudieron precisar ante la imposibilidad de recuperar todos los cuerpos.
Según la gerente de la Empresa de Desarrollo Urbano de Medellín, Margarita María Ángel Bernal, los obreros trabajaban en las excavaciones para la construcción del Ecoparque Camposanto Villatina. Confirma que el hallazgo se reportó a la Fiscalía y ellos enviaron investigadores de antropología forense para definir ese tema.
Sobre las intervenciones en ejecución, en el marco del Jardín Circunvalar de Medellín, que hace parte del Cinturón Verde Metropolitano, subraya que pese a tratarse de un camposanto, cuentan con todos los permisos que requieren. "Nosotros como Estado tenemos que cumplir con todos los permisos y no comenzamos ninguna intervención si no contamos con las autorizaciones adecuadas", afirmó.
Reconstruyendo la muerte
La mujer y las dos niñas se preparaban para salir cuando las encontró la tragedia. No les dio tiempo de correr, y la avalancha dejó a la mujer de 50 años y a una de las niñas debajo de una estufa, y a la otra, aprisionada por una puerta de hierro. Murieron asfixiadas por toneladas de tierra que cayeron sobre su vivienda.
Estas son las primeras pesquisas que expertos del CTI lograron rescatar del olvido que con los años ha cubierto la tragedia. Según uno de los investigadores, "se disponían a salir, porque al parecer tenían la ropa de domingo. Iban para misa o para una primera comunión".
"Es importante este hallazgo. Es una forma de que las familias de las víctimas, aún 20 años después, descansen y puedan elaborar su duelo", dijo el funcionario de la Fiscalía.
En lo que, al parecer, era el suelo de la humilde vivienda, el antropólogo forense halló también los restos óseos de quien se presume era la abuela y sus dos nietas, unas monedas de cinco pesos —de las antiguas, grandes y negras— un dado de parqués, un zapato azul de medio tacón de niña, una prótesis dental y un mantel, resquicios de aquel día en el que una porción del Pan de Azúcar se descuajó, dejando en la memoria de Medellín, las imágenes de niños llorando, ambulancias, rescates de cadáveres, adultos desesperados, viudas confundidas y ancianos resignados.
Era la 1:30 de la tarde del 27 de septiembre de 1987, domingo de primeras comuniones, cuando gran parte del barrio Villatina, donde se estima que había unas 270 casas, quedó cubierto por lodo y tierra amarilla. Las autoridades de la época calcularon que unos 30.000 metros cúbicos se desprendieron del cerro Pan de Azúcar, sepultando todo.
Calle Ramírez, recuerda que de la familia que vivía en la casa que debía estar en el sitio del hallazgo, la mayoría de sus integrantes murieron allí mismo, cuando vino la tragedia.
—Hay una hija que vive en Niquía, en el barrio San Andrés. Podrían ser familiares o conocidos, personas de las que fueron a esa fiesta ese día —se anima a decir—. En seguida vivía yo. Exactamente donde encontraron a la señora y las dos niñas estaban celebrando unas primeras comuniones.
El recuerdo
—Ahí murieron mi papá, mi mamá, mis hermanos... —Juaco da la espalda a la ciudad desperdigada desde la ladera oriental, que se ve a través de una vidriera en el Centro de Integración Barrial Los Mangos, cerca del sitio de la tragedia—. De toda la familia quedamos otros hermanos y yo.
La mayoría de los habitantes de Medellín que tienen conciencia de ese tiempo, recuerdan cómo un pedazo del cerro cayó sobre el barrio y causó una de las tragedias invernales más graves de la historia del país.
Una multitud de 3.000 personas se reunió en el coliseo Iván de Bedout para despedir a 85 de las víctimas de la catástrofe en Villatina, en una ceremonia que presidió el cardenal Alfonso López Trujillo.
Aunque muchas de los cuerpos fueron hallados bajo la tierra, el sitio fue declarado camposanto cuando se agotaron las posibilidades de recuperarlos a todos.
—Recordamos esa tragedia con mucha tristeza —dice Juaco, líder de la corporación Camposanto 27-87, que nació para recuperar la memoria histórica en aquel sitio. Considera que, con los cadáveres, aún quedan muchas historias enterradas, puesto que ni siquiera tiene certeza como sobreviviente de que se haya tratado solo de una tragedia ocasionada por la naturaleza.
—Cuando ocurrió la tragedia sentimos una explosión muy grande, como si se hubiera estrellado un avión y en cuestión de segundos todo un barrio de más de 270 viviendas estaba desolado, tapado, sin nada —señala.
Juaco, hoy con 42 años, recuerda que para 1983, cuatro años antes del deslizamiento, era un muchacho cuando ya se identificaban en el sector integrantes del M-19, por lo cual algunos habitantes de la zona en aquel tiempo creen que había en la parte alta del cerro una caleta con explosivos que habría provocado el desastre.
Aviso del hallazgo
El 26 de febrero, la unidad de NN y Desaparecidos recibió una llamada en la que le informaban que trabajadores de la Empresa de Desarrollo Urbano, EDU, habían encontrado "unas calaveras en una de las obras que estaban adelantando en Villatina".
Un grupo de expertos del CTI se trasladó al lugar y comenzó las excavaciones a las 3:20 p.m. Fueron dos horas en las que el antropólogo, con la experticia que requiere una excavación, fue adentrándose en la historia, en los recuerdos, en el dolor. Trabajaron hasta las 5:30 p.m., hasta que la luz lo permitió.
Al otro día regresaron a continuar con la excavación. Un metro diez centímetros, un metro 20, un metro 50 y paran de cavar. A las 12:05 p.m. entre un hueco al interior del armazón de un electrodoméstico, el antropólogo descubrió los primeros huesos.
"Al parecer iban a salir a un festejo. Encontramos a la mujer y a una de las niñas allí refugiadas, justo donde al parecer era la cocina. La otra estaba como frente a un espejo, junto a un puerta en lo que se presume que era la de salida", dice el funcionario de la Fiscalía.
La mayoría de los huesos están fracturados, resquebrajados, como si el paso de los años los hubiera debilitado y los trabajos duros o con maquinaria pesada hubiera terminado de partirlos.
Buscarán identificarlas
Los elementos hallados en el Ecoparque en Villatina ya se encuentran en el laboratorio de identificación del departamento de NN y Desaparecidos de la Fiscalía. Allí comenzarán a realizarse las pruebas para la identificación de las víctimas del alud de Villatina.
La jefe de la unidad de NN y Desaparecidos, Mercedes Palacio, dijo que luego de cumplir estrictamente los protocolos de seguridad y custodia, se comenzarán a realizar las necropsias en los restos óseos.
"Allí se podrá identificar el patrón racial, la edad, la talla y otros elementos como características dentales y patológicas que servirán para conocer quiénes eran y saber las causas exactas de la muerte", precisó Palacio.
Según la funcionaria, siempre que haya remoción de tierra en este sitio habrá la posibilidad de encontrar restos óseos de esa tragedia que un domingo de primeras comuniones, hace 26 años, llenó de luto el oriente de la ciudad.
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