Detrás de su aspecto feroz, mirada amenazante y mandíbulas devastadoras, los cocodrilos esconden una sensibilidad insospechada: les gustan las canciones de amor.
Estos saurios, que llevan 200 millones de años en la Tierra y han sobrevivido a extinciones masivas como la de los dinosaurios, se derriten en cuanto perciben las primeras notas de una balada romántica.
Así lo demuestran los 2.000 ejemplares criados en la granja de Hoaca, en Ho Chi Minh, que se quedan subyugados al escuchar las almibaradas canciones con las que los responsables de la explotación logran amansarlos para evitar que se enzarcen en peleas y dañen su preciada piel, con la que luego se fabricarán bolsos, zapatos y cinturones.
"En cuanto ponemos la música, vuelven la cabeza hacia el altavoz. Después, se les ve más tranquilos. Pensamos que la ausencia de estrés mejora la calidad de su carne y de su piel", explica a Efe Ton That Hung, dueño del criadero y precursor de la idea.
En la granja también se aprovechan los huesos de cocodrilo, muy apreciados por la medicina tradicional vietnamita para producir remedios contra la osteoporosis.
"Según la medicina tradicional vietnamita, si tomas un producto hecho a partir del esqueleto del animal, mejoran tus huesos. Por eso nos comemos hasta los ojos. Hay quien cree que pueden ayudar a mejorar la vista y a ver debajo del agua", apunta Hung.