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Helenita dejó un dorado silencio

TRAS CINCO SEMANAS hospitalizada, la reina de la música popular dijo adiós. Una crisis pulmonar acabó con la vida de La Ronca de Oro, quien deja un legado de canciones de amor y de despecho que nadie más podrá interpretar con su estilo casi arrebatado.

07 de febrero de 2011
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La Helenita de la voz ronca sucumbió al silencio. Esa voz fuerte, tan distinta, tan de ella, tal vez no se acostumbró a quedarse callada. Helenita nunca quiso dejar de cantar.

Desde esa vez, cuando tenía 16 años, que le dijo a su ídolo Agustín Lara: "Escúcheme, yo quiero cantar", Helenita Vargas no abandonó la música.

Y conquistó a tantos con su voz, que la enfermedad la pudo separar de los escenarios, pero no del canto. Muchas veces, ya enferma, sacó fuerzas para un bolero, como ese que le gustaba tanto, Mi huella , y así fuese con un canto suave, lo dejaba salir del alma.

La Ronca de Oro no resistió más. Murió ayer, cuando eran un poco más de las seis de la tarde. Su estado de salud no venía bien desde hace un tiempo. En 2008 entró en la lista de los pacientes que necesitan un hígado. En 2009 recibió el trasplante que su cuerpo rechazó. Desde hace cinco semanas la reina del despecho estaba hospitalizada en la Clínica Valle del Lili, en Cali. Hace ocho meses recibió un nuevo trasplante y ayer sufrió una crisis pulmonar.

"Estoy muy triste, pero uno no puede ser egoísta. Lo mejor era que descansara", dice Juan Carlos Giraldo, subdirector de la revista Fucsia y quien fue un gran amigo de la cantante. Se habían conocido hace muchos años, en un evento de gastronomía. "A veces nos poníamos a cantar por el teléfono".

La Ronca de Oro tenía una cirrosis que afectó su hígado. En una entrevista el año pasado a EL COLOMBIANO, su hija Pilar Ibarra Vargas, señaló que no era porque Helenita tuviera problemas de alcohol, pese a nunca subirse a una tarima sin tomarse un brandy. "Una enfermedad autoinmune atacó el órgano".

No dejará de cantar
"Yo soy la María, María es mi gracia, pero a mí me llaman María de los guardias" no sonará más en vivo y en directo, acompañado con la melena de Helenita sacudiéndose.

"Mi madre siempre amenizaba las fiestas con María de los guardias , ese gran éxito de Helenita Vargas. Siempre se robaba el show", escribió Pablo Múnera Alzate, en Twitter.

Usted es un mal hombre y Pasaste a la historia y todas esas canciones de la artista no se irán del corazón de sus seguidores.

"Helena era muy amable, muy abierta de corazón. Uno de los rasgos más fuertes que tenía era ese desparpajo para todo", expresa Juan Carlos. Hablaba directo, sin preámbulos, sin pena. Fuerte. Sus amigos la recuerdan como una mujer vigorosa, de buen humor.

Helenita, como le gustaba que la llamaran, nunca Sofía Helena Vargas. "¡Pero así, a muerte. Tiene que ser Helenita¡", como contó Pilar en la entrevista, se ganó un lugar en la música ranchera y de despecho.

No tenía esa voz suave, pero tenía su estilo único. "Ella misma decía -cuenta Juan Carlos- que no tenía una gran voz, mejor dicho, no tenía una voz convencional, y aún así logró lo que logró, con ese vozarrón y esa personalidad arrolladora que hizo que todo el mundo supiera, le gustara o no, quién era Helenita Vargas".

Era muy respetuosa de su oficio. Los que la conocieron desde su infancia coinciden en que aprendió a cantar antes de todo. De leer o de escribir.

"Salía a cantar perfecta, bien vestida. Su ropero era una cosa loca, unos vestidos absolutamente divinos, llenos de brillos, llenos de lo que para ella era un artista y el respeto que ella le veía a su público", añade su amigo.

La voz de la Ronca no se olvida. Permanecerá junto a varias generaciones, a las que ha acompañado en sus momentos de desamor y desilusión.

Helenita. Tenía que ser Helenita o, muchísimas veces también, La Ronca de Oro. Para ella, su bolero: "Porque fueron tantos, tantos y tantos los besos que una vez te di, que aunque te lavaras y de piel cambiaras seguiría mi huella palpitando en ti".

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