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Iglesia, a la espera de una señal

17 de enero de 2009
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En momentos en que la posible liberación de los seis secuestrados anunciada por las Farc parecía estar avanzando rápidamente y sin mayores tropiezos, la eventual participación como garante de la Iglesia colombiana o un delegado del Vaticano, le bajó velocidad al proceso.

Mientras la comunidad eclesiástica mostró inmediatamente su disposición para servir como facilitadora, las Farc no han hecho pública su posición.

Representantes de la Iglesia Católica e historiadores expertos en la solución de conflictos coinciden en que el interés político de las Farc, por encima del humanitario, es el principal obstáculo para que el clero se convierta en mediador.

Para el secretario general de la Conferencia Episcopal, monseñor Fabián Marulanda, en Colombia la Iglesia ha sido una abanderada de los temas de paz, pero "no se ha dado la oportunidad para que la guerrilla acepte".

"La falta de acuerdo entre las dos partes y el juego de intereses, han dejado por fuera a la Iglesia en muchas ocasiones", señaló.

Para él, la efectividad de la Iglesia en la resolución de conflictos la demuestra la historia. "En Argentina o países de Centroamérica ha sido vital la participación de agentes imparciales que generen confianza entre las partes, para subsanar sus diferencias".

Punto en el que coincide el director del Centro de Estudios Teológicos y de las Religiones de la Universidad del Rosario, Fabián Salazar, quien explicó que por tradición, las partes discrepantes siempre buscan un tercer agente que sirva como mediador.

Sus características deben ser claras: "Que genere credibilidad, confianza y que nunca tome partido en la discusión".

En la realidad colombiana, Salazar cree que "la Iglesia ha preparado el terreno para ser mediadora" y cuenta con las tres cualidades necesarias para serlo.

Sin embargo, aseguró que el "botín" en el que se han convertido los plagiados, aleja la posibilidad de sentar a dialogar al Gobierno y a la guerrilla. "Ni el clero, ni ningún agente del Estado, podrán hacer algo diferente si los secuestrados no dejan de ser vistos como una mercancía", dijo Salazar.

Reiteró que las partes no deben ser obligadas a conversar y que cualquier facilitador debe tratar de acercarlas, no hacer parte de ellas.

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