A través del tiempo entendí que los principios y valores que se han sembrado en Colombia han sido fruto de odios y pasiones de quienes por generaciones maquinan la caída de un país que quiere salir avante en sus problemas. Pero cómo lograrlo cuando ni en los mismos estrados judiciales se imparte verdaderamente Justicia; puesto que he visto cómo los jueces ferian sus fallos a favor de quien no tiene la razón, ni tiene la prueba. Cuando tenemos un Procurador que mezcla religión en sus ponencias y me hacen perder el horizonte para entender qué es el principio de igualdad. Cuando la izquierda convierte sus ideologías en pasquines y disertaciones baratas.
Cuando el Fiscal General de la nación no tiene muy claro que la Carta Política está por encima de las normas de juego del Gobierno y de los beligerantes de este país. Cuando las Farc y Eln manipulan el Gobierno central y me hacen creer que la violación de los derechos humanos y delitos de lesa humanidad son indultables, en este momento entendí, que quizás perdí el tiempo asistiendo a la academia a formarme. Cuando concejales, congresistas, magistrados, jueces con sus conductas altamente reprochables nos demuestran que no hay en quién creer.
Ahora me pregunto ¿dónde está la gente buena?
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