Uno de los más grandes problemas que enfrentan las organizaciones del mundo, en todos los campos, es sin duda el de la complejidad en la que han caído, a pesar de las advertencias que tanto se han hecho y las demandas de los mercados porque las cosas se tornan más complicadas.
La realidad muestra que la gran cantidad de teorías administrativas y de enfoques de mercadeo, han sido, en buena parte, responsables de lo que se está viviendo. No parece que las opiniones de grandes personajes como Drucker, Levitt, y otros, se hubieran atendido. Desde la primera mitad de la década de los años 50 los citados consultores dijeron en sus textos, clases y conferencias que la razón de ser de las organizaciones eran (son) los clientes, las personas humanas, siendo ello expresado de manera aparentemente clara en las misiones y visiones que adornan tantas oficinas, y que la función básica de cualquier organización era el mercadeo porque era (es) la encargada de formarlos y mantenerlos, para lo cual la innovación era (es) la herramienta fundamental.
El cada día más fuerte afán de crecer, las modas que tanto mal hacen a las organizaciones, y los modelos y tendencias extractadas en buena cantidad de obras de famosos como Porter, Hammer, y hasta Kotler, en ocasiones, hicieron que no pocos cayeran en prácticas que no eran ni son las más convenientes para mercados de alta competencia, y menos globalizados, en los cuales se necesita acción rápida. Mucho menos para mercados emergentes como el nuestro, porque se genera el deseo de ser lo que no se puede y actuar como no se debe.
La diversificación, los análisis excesivos, y más, comenzaron a hacer que los procesos, en todos los campos, selección de personal, compras, producción, tecnología, legal y, por supuesto, comercialización, cada vez se fueran convirtiendo en actividades muy complejas, cayendo la mayoría de las veces en extensiones de línea o de marca que han demostrado ser fatídicos en el mediano y en el largo plazos.
Los mercados cada vez se notan más confundidos, sin lealtad ni razones para que ella se dé.
Las neurociencias aplicadas al mercadeo han demostrado que mucho no es más y más no es mejor, pues la mente humana se resiste a aceptar tanto de todo, haciendo de lo sencillo y simple lo preferido.
Por complicar las cosas, lo más efectivo en mercadeo sigue, y seguirá siendo, lo simple, y como tal se debe actuar para competir con éxito en mercados como el que vivimos.
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