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La corrupción es una epidemia que tiene vacuna

Según Eduardo Bohórquez, director de Transparencia Mexicana, sí hay formas de controlar este fenómeno.

03 de noviembre de 2013
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No es una endemia sino una epidemia, no es genético y nunca termina el combate, se hace día a día. Aunque pareciera ser que se está hablando del sida o del cáncer, en realidad es la corrupción que, como una infección, se come al Estado.

Así lo considera Eduardo Bohórquez, director de Transparencia Mexicana, quien plantea, además, los retos que implica comenzar a hablar en público sobre la corrupción en el sector privado.

¿Cuál es la principal dificultad en México hacer veeduría?
"La dificultad más grande es que la corrupción no involucra solo a los funcionarios públicos, sino también al crimen organizado, que no se rige por las reglas de la legalidad, y que cuando busca afectar a los que luchan contra la corrupción usan todos los mecanismos de presión posibles. Las entidades federativas que tienen mayor corrupción en trámites y servicios públicos son el Distrito Federal (D. F.), el Estado de México y el Estado Puebla, que son a su vez las regiones más densamente pobladas. Pero, paradójicamente, el D. F. tiene el mejor acceso a la información pública a nivel subnacional. Lo que prueba que la corrupción no está en los genes, los mexicanos no somos corruptos por naturaleza sino que nos adaptamos a sistemas que no funcionan. Si funcionara nos comportaríamos como finlandeses".

¿Cómo es eso de que no se trata de un problema genético?
"Lo explico con un concepto de la biología. Hay plantas endémicas, que son propias de un lugar, y hay otras epidémicas, que se encuentran en todas partes. El hallazgo es que el problema de la corrupción es una epidemia que afecta a los mexicanos, y toda epidemia se tiene que atacar con un cúmulo de acciones, como el buen acceso a la información pública, tener un presupuesto con lenguaje ciudadano; mientras si el problema fuera endémico no habría cómo atacarlo".

¿Es una epidemia exclusiva de Latinoamérica?
"Hace días presenté un informe sobre los países corruptores. Están Alemania, Francia, Reino Unido, Estados Unidos y Canadá, entre otros. Una cosa es que sus sociedades no padezcan la corrupción a la manera nuestra y otra muy diferente es que hayan erradicado la corrupción. Un ejemplo de esto es que hasta hace poco, las empresas alemanas podían deducir de impuestos los sobornos que pagaban en México. Es una epidemia y si el Estado se descuida, crece. Entonces, más allá de tratar de erradicarla se trata de que, como cualquier epidemia, se tiene que entender que se controla y se monitorea. Se vacuna".

¿Es un trabajo que nunca termina?
"Ninguna sociedad está construida en todos sus aspectos. La libertad de expresión se tiene que proteger todos los días. Como ciudadanos, cada vez que evitamos sobornar a un agente de tránsito para que no nos ponga un comparendo o cuando nos negamos a pagar un soborno para inscribir al hijo en una escuela pública o privada, estamos trabajando en contra de la corrupción".

Esta de moda usar la palabra transparencia en discursos, ¿eso genera transparencia?
"Desde 2001 todo político que no sea lo suficientemente cínico, está a favor de la transparencia, y públicamente es muy difícil estar en contra. Pero muchos aún no entienden lo que es realmente este tema. Han hecho de la palabra transparencia, lo que fue en los ochenta la palabra desarrollo y en los noventa la palabra seguridad. Pero las buenas batallas empiezan por las palabras. Es una especie de mal necesario".

¿Qué tan grande es el problema de la corrupción privada?
"No sé si es más grande o más pequeña que la pública, lo que sí sé es que están conectadas. Estamos hablando de la misma epidemia. Además, hay que tener en cuenta que el Gobierno sigue siendo el principal cliente del sector privado. Lo que sucede es que por años solo vimos un lado de la moneda, cuando en realidad son parte de la misma moneda".

¿Cómo exigirle transparencia al sector privado?
"Hay que entender que al mismo tiempo de ser ciudadanos somos consumidores. Como ciudadanos le exigimos al Gobierno que regule el ámbito privado. Pero como consumidores tenemos derechos también a relacionarnos con los proveedores de los bienes de consumo de manera que uno pueda elegir con claridad qué es lo que quiere adquirir".

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