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La enfermedad holandesa

12 de julio de 2010
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Sucede que los países emergentes cuyos ingresos dependen de la minería y de la energía -petróleo, carbón, níquel, oro- corren dos grandes riesgos:

1. Que los dólares que traen para financiar sus inversiones y los que entran luego provenientes de sus exportaciones, revalúen el peso, como consecuencia de lo cual se afectan los sectores transables como la industria y la agricultura y causan, finalmente, el desempleo. Se designa esto como la “enfermedad holandesa”.

2. Existen evidencias claras de que las efímeras épocas de “vacas gordas” tienden a ser dilapidadas por los gobiernos con su despilfarro y corrupción en la administración de los recursos del Estado. Dejan los países con elevados gastos y escasos ingresos.

Para prevenir y mitigar estas dos tragedias existen tres remedios, a saber:

A. Independizar parcialmente, hasta donde resulte conveniente y prudente, los ingresos y los gastos de los gobiernos de los dineros generados por las actividades minero-energéticas.

B. Reducir la deuda pública hasta un 25% del PIB, porcentaje éste que se exige para que los países sean considerados o aprobados como aptos para invertir en ellos. Nuestro endeudamiento se acerca hoy al 40% del PIB, cifra que no entraña aún motivo de alarma. 

C. Crear un Fondo de Estabilización para ahorrar en el exterior algunos excedentes del sector minero-energético, administrado por el Banco de la República, para atender el agotamiento futuro de los recursos, los desplomes de los precios internacionales de éstos, las catástrofes naturales de los países, sus pensiones de jubilación y para evitar que la tasa de cambio se revalúe en forma nefasta como nos sucede hoy por exceso de oferta de dólares.

Para tener una idea de la magnitud del problema, que ya enfrentamos a la fecha, poseo las siguientes cifras. El sector minero-energético alcanzó a responder en 2009 el 5.3% del PIB. El carbón y el petróleo participan en este 5.3% con el 80%. Este sector minero-energético contribuirá en 2010 exportando unos $20.000 millones de dólares, los cuales representarán cerca del 50% de nuestras exportaciones.

Para cumplir con el literal A se aplica hoy en el 80% de los países del orbe la Regla del Balance Fiscal Primario no Petrolero, la cual, entiendo, ya se ha reglamentado para ser aplicada próximamente en Colombia. Exige tal reglamentación excluir de los ingresos públicos todos los dineros originados en el petróleo, los gastos e inversiones de índole estrictamente petrolera y los pagos netos de este sector por concepto de intereses y otras cargas financieras.  Los países que se acogen a la Regla del Balance Fiscal Primario u Operacional excluyen también los ingresos netos de capital.

A pesar de que las reglas fiscales se consideran como convenientes y necesarias, no son ellas suficientes por sí solas. Porque sucede que una prudente reglamentación de ellas aconseja incluirles alguna flexibilidad para administrar los presupuestos en los tiempos de “vacas flacas”. Y los gobiernos irresponsables, apoyados en la flexibilidad y los “artificios contables”, las eluden. 

Ejemplo reciente de esto lo ofrecen los numerosos países de la Unión Europea que incumplieron las reglas fiscales de su zona con artificios y mentiras para ocultar sus elevados endeudamientos del orden del 100% del PIB y déficits fiscales superiores al 10% de sus ingresos.

Aun cuando tampoco son la panacea, los Fondos de Estabilización ofrecen mayores ventajas, sobre todo, cuando los administran bancos centrales independientes y responsables.

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