Mientras la asamblea debate en un recinto de Santander de Quilichao, afuera, Oswaldo sostiene con firmeza el bastón que hace 17 años decidió tomar como un legado de sus antecesores para preservar la vida, mantener el orden y la organización de su comunidad, y defenderla de las agresiones de los extraños. También, para participar en acciones humanitarias y de paz.
Las cintas de colores penden del bastón fabricado por él mismo y dan cuenta de su trayectoria y jerarquía, en una labor voluntaria que los Nasa consideran milenaria y que se promueve desde las raíces familiares.
Una herencia que lleva con orgullo y convicción, y que le permitió participar en un episodio histórico como la liberación del alcalde de Toribío, Arquímedes Vitonás Noscué, cuando en el 2004 fue secuestrado por las Farc en Caquetá. "Lo localizamos y lo trajimos con nosotros", cuenta.
Cerca de él está Celia Umenza, del resguardo Tacueyó, quien anota que esta experiencia le ha permitido valorar la vida de sus hijos y compañeros. Y recuerda que aunque muchas mujeres han muerto en esa misión, ella vence el miedo y la asume con valor. "Los que cargamos los bastones somos dinamizadores, pero la Guardia está con más peso en nuestro hijos, en toda la comunidad que es nuestro respaldo".
La tarea humanitaria de la Guardia Indígena del Cauca, de la que Oswaldo y Celia hacen parte, alcanzó tanta importancia en medio del conflicto armado en el norte de ese departamento que sus integrantes rescatan heridos de los bandos en conflicto (guerrilla, Ejército o paramilitares), organizaciones que la reconocen y respetan.
El consejero Jorge Arias (foto), del territorio Huellas de Caloto, dice que han trascendido tanto "que ya vamos mucho más allá de ser controladores del territorio y hace rato estamos proponiendo que la Guardia sea un agente de paz".
Otra muestra de su aporte es la participación en la búsqueda de desaparecidos, la liberación de detenidos y secuestrados, y el acompañamiento a los cabildos. Su misión no solo involucra a los indígenas, sino a afros y campesinos que se les han unido.
Consolidación
La Guardia es parte de la esencia misma de los Nasa, desde su organización por allá en el año 1500, pasando por la etapas de resistencia y guerra, independencia y colonización.
Tras los lineamientos políticos establecidos en la búsqueda de su autonomía con la creación del Consejo Nacional Indígena del Cauca, la primera organización de este tipo en Latinoamérica y que el 24 de febrero cumple 40 años, muchas muertes han sufrido (hablan de 800 víctimas).
En esa dinámica nació, en 1994, la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, Acin, bajo los principios de unidad, tierra, cultura y autonomía. La década del 2000 tuvo una fuerte arremetida paramilitar allí y eso llevó a que potencializaran a los "cuidadores del territorio".
Edilfredo Rivera, coordinador de derechos humanos de esa organización, cuenta que en una asamblea realizada en el resguardo Huellas, en 2001, las autoridades indígenas ordenaron crear la Guardia indígena como un programa de la Asociación de Cabildos. Dentro de esa estructura se habla ya de casi 3.500 personas al servicio de la comunidad y que son la mano derecha de las autoridades.
Rafael Coicué, gobernador del resguardo López Adentro, señala que la Guardia es algo natural que se reconoce como una estrategia de vida y lucha comunitaria sin armas, "con el bastón de mando y la palabra que le ha permitido ganar confianza" de organizaciones del país y el exterior.
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