Seis años de investigación, procesos eficientes, cultivos verdes y frescos e invernaderos limpios y cuidados son algunos de sus sellos de calidad.
En Hortalizas San Antonio cada una de las 600 mil plantas que en este momento tienen sembradas se cuida como a una hija.
Álvaro Baquero, economista, pero agricultor de corazón, pasó de producir en clima caliente a "uno más amable", en San Antonio de Pereira, en Rionegro.
Arrancaron con algunas hortalizas, pero sus análisis los llevaron a diversificarse y ahora tienen diferentes variedades de pimentones, tomates y ajís, rúgula, brócoli, coliflor y cilantro.
Con la idea de que sus productos salgan muy limpios, en el menor tiempo posible y con una variedad que sea muy bien adaptada, Baquero es un estudioso de la tierra, así que busca mucho en internet y acude a ferias en las que puede aprender nuevas herramientas y metodologías.
Gracias a maquinaria especializada, las semillas se siembran en bandejas, de 200 unidades. Se tapan con turba, el sustrato que usan, y las trasladan a invernaderos acondicionados.
Se les hace un seguimiento permanente, se riegan y empiezan a germinar. En promedio, se dejan allí 21 días, pero depende de la variedad, y después se llevan al campo cuando la raíz ya está en condiciones apropiadas.
"Hemos tratado de ir acelerando la estadía. Con la lechuga logramos ganarnos dos semanas, porque adoptamos métodos de mejor agricultura, usamos fertilizantes líquidos y orgánicos. Hemos hecho los primeros ensayos de producción orgánica con buenos resultados".
Ventajas
Aura María Alzate, administradora de Hortalizas San Antonio, menciona la economía entre las ventajas de ese primer paso en el procedimiento, en invernadero.
"Si estoy aplicando en el suelo, directamente, tengo que regar varias semillas, entonces se me van a perder algunas, y luego seleccionar las más fuertes. Mientras que con esta estrategia me llega una semilla por cada cubículo y es una mata que me crece, la voy a tener desarrollada, con raíces".
Además, se evita el sufrimiento de la plántula, porque ya ha enraizado, "no se estresa, llega lista a empezar a tomar los nutrientes del suelo" y se disminuye el ataque de plagas.
Todo agricultor, cuenta Álvaro Baquero, se tiene que volver experto en la parte de fertilizante. "En este momento nosotros lo compramos, uno que ya viene bastante limpio y compostado".
Es vital, agregan, que esa gallinaza compostada, "sea de buena procedencia, que vengan libres de bacterias, de hongos y de maleza".
Y hay otras claves que ponen en práctica: un manejo más racional de los agroquímicos, utilizan las categorías 3 y 4; buscar semillas que estén avanzadas en las características que se requieren, que permitan tener un producto de calidad; caminar hacia lo orgánico; y utilizar agua limpia para el riego.
Por la precipitación, las camas, que se hacen con ayuda de un tractor, son altas y no muy anchas para que el agua pueda evacuar en la forma adecuada.
Ellos no dejan de hacer ensayos para que sus cultivos sean más sostenibles. Ahora, utilizan el plástico para lograr mejores lechugas y controlar la humedad.
Están pendientes de cada paso. Como dice Álvaro Baquero, "no le perdemos cinco minutos a la tierra".
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