Lo llevó de la estación Prado a la estación Itagüí. Quizá antes pasó por su casa o simplemente lo hojeó durante el viaje. No lo contó. Dibujó una cara de líneas, con el ojo picado. Puso su nombre: Nacho (Ignacio). En letras mayúsculas escribió excelente. Era un libro de poesía.
Palabras rodantes es una colección de libros que viajan. Lecturas de "ida y vuelta", porque la intención es que nadie se quede con ellos, sino que se los lleven y luego los devuelvan, para que se puedan volver a ir. Por eso el espacio al final para decir algo y recomendar o no.
Son casi una metáfora del Metro: viajar. Estas palabras rodantes se encuentran en todas las estaciones, en un programa del tren y Comfama que nació en 2006. "Su objetivo es fomentar la lectura y llevar el conocimiento a los antioqueños", dice Felipe Mejía, subdirector de servicios sociales de la caja de compensación.
Lo han sentido: muchos libros no regresan, pero se quedan en las bibliotecas personales. Muchos vuelven y son los favoritos de los que ya los leyeron. Solo es que esté lleno el dispensador para que los libros se vayan. "Dicen que la lectura está muerta, pero no", cuenta Érika Henao, asesora del bibliometro Itagüí. La cifra que manejan es de 700 mil lectores.
Esta tarde llegan al texto 49, del que se imprimen 10 mil ejemplares. Son ocho, más o menos, al año, por tanto 80 mil que quieren viajar. Que quieren rotar. Que esperan en los dispensadores un alguien.
Entre los libros hay de todo. Luis Fernando Macías, el editor, señala que la idea es mantener un equilibrio por géneros y autores. Hay poesía, novela, cuento, ensayo, cartas, escritores contemporáneos, clásicos, colombianos. "El criterio fundamental es que sean libros que atrapen al lector".
El 49 le permitirá conocer a Hernando Téllez: Nueve ensayos y un cuento. Mañana (el viernes máximo) puede ir a una estación y llevárselo para leer. No olvide la esencia: es un libro que rueda.
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