Llegan al camerino y no ven la hora de saltar a la cancha. Es igual en niñas y niños. Se les ve la ansiedad por jugar y es que en esta edad, a eso entran al campo, a divertirse.
Antes de comenzar el partido, todos y todas se sienten ganadores, pero terminados los 60 minutos, aparecen las caras largas, los llantos y también los que festejan.
En los primeros, las escenas fueron por los lados de Corbanacol Urabá y Bogotá, mientras que la otra cara la mostraron Manrique Central y San Judas Bello.
"En esta edad a los niños les pega muy duro perder, son incontrolables, toca bien duro volver a levantarles la moral. Ellos vienen con la ilusión de ser campeones y cuando las cosas no les salen, viene el llanto", manifiesta Juan Guillermo Bernal, técnico de Bogotá, quien le tocará ahora prepararse para enfrentar, el próximo miércoles, a otro perdedor, Corbanacol Urabá.
Y lo mejor se vive cuando un niño marca. Corre hacia el banco a celebrar con el técnico, se abraza con sus compañeros, le dedica el gol a la tribuna y, suponemos, que especialmente a su familia, que muy seguramente debe estar en las gradas, igual de feliz que su hijo.
Quien más cantó gol fue Juan Esteban Vanegas, quien en dos ocasiones recorrió buena parte de la Marte 1 con su brazo arriba en señal de "yo fui el autor".
Y Vanegas puso a brincar a Luz Oliva Grisales, entrenadora de San Judas Bello, porque colaboró con dos goles para su equipo. Fueron cuatro, para alcanzar el primer puesto del grupo D y dar un paso importante para seguir metidos entre los posibles clasificados a la siguiente ronda.
En el primer partido los que celebraron fueron los de Manrique Central gracias a la efectividad de John Manuel Arteaga y Juan Sebastián Carvajal. Hoy, lo más normal es que las imágenes de tristeza y alegría se revivan.
Y mientras, la tribuna es insuficiente. Los llenos de sábado y domingo, de seguro se repetirá hoy.
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