Si algo quedó demostrado en la ceremonia del premio Oscar el domingo pasado, es que la Academia de Ciencias Cinematográficas sabe de justicia.
Cuando la expectativa estaba dirigida a ver a Avatar coronarse como mejor película, dado que la Academia no siempre reconoce el talento y el poder de una historia (recuérdese el caso Titanic ); ésta dio muestras de un cambio en su devenir histórico.
Y lo hizo al premiar a una mujer, por primera vez en su historia, como mejor directora. Kathryn Bigelow tuvo el honor, además de ver su cinta, The Hurt Locker, quedarse con el premio a la mejor de la noche.
Un orgullo que ella recibió estupefacta, tal y como quedó el director argentino Juan José Campanella, al oír que su obra, El secreto de sus ojos, era la mejor en lengua extranjera.
Si bien no hubo sorpresas en las categorías de actores, se sintió aire fresco en las demás alejadas del imperio tecnológico de Avatar.
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