Si a alguien le han faltado los cinco centavitos para el peso en un Mundial de fútbol, esa es Alemania.
Siete finales, léase bien, siete finales de la Copa Mundo ha disputado la selección teutona, de las cuales ha conquistado tres. Muchas para los ilusos, pocas para los alemanes.
Alemania es el eterno candidato para ganar en los mundiales. La ficha de presentación es innecesaria para este equipo que, siempre, por historia y jerarquía, es el invitado especial a las fases finales.
Con disciplina y compromiso por su país, la selección alemana marcha, entre inconvenientes, con un paso lento hacia Sudáfrica.
El camino de la gloria, aquel que le ha sido esquivo en las últimas participaciones internacionales, hoy, más que nunca, tiene una estela de duda e incertidumbre.
Como si se asistiera al desmorone de un castillo, los teutones han tenido que fortalecer sus cimientos anímicos por las lesiones que los aquejan.
Sin duda, una de las máximas figuras para Sudáfrica-2010 era Michael Ballack. Por una lesión en su pie derecho, Alemania prescinde de su líder y el mundo de ver su talento. Al capitán se suman las bajas del portero René Adler y los volantes Simón Rolfes y Christian Trasch, que aumentan el reto para los que quedan.
Sin embargo, el técnico Joachim Loew ha dirigido al equipo con una mano firme luego de que le recibiera el cargo a Juergen Klinsmann tras el tercer puesto obtenido en Alemania-2006. Aunque su equipo no convence por la propuesta futbolística, las individualidades prometen un juego armónico y certero.
Para algunos analistas, la lesión de Ballack, pese a ser una ausencia muy sensible en el tema del liderazgo y la confianza para el grupo, a falta de jugadores veteranos, contribuiría con un juego más veloz y sorpresivo, ya que el jugador líder en el medio campo, en algunos casos, coarta la sorpresa de los teutones.
No obstante, Ballack era la columna vertebral de esta selección que cuenta con una nómina de jugadores jóvenes y talentosos en sus filas, como Lukas Podolski, jugador revelación del Mundial pasado; Philipp Lahm, Bastian Schweinsteiger y Mesut Özil. Juventud que cuenta con el respaldo de la veteranía goleadora de un infalible, Miroslav Klose.
"Misión: ganar el título". Esa es la consigna de la Federación Alemana de Fútbol. Para los jugadores, vestir la camiseta blanca les infla el pecho nacionalista, lo que quiere decir que, este año, van a dar la guerra una vez más por un título esquivo desde Italia-90.
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