Dolor y tranquilidad. Así se refirió Patricia Londoño De la Cuesta al sentimiento que embarga a los hijos de Lucía De la Cuesta de Londoño. Un sentimiento ambiguo: dolor por su partida pero con la tranquilidad que les infundió esta mujer extraordinaria y limpia, como la calificó el padre jesuita Gustavo Baena, en el sermón, durante las exequias que se cumplieron ayer en la iglesia Santa María de los Dolores, en El Poblado.
La misa, concelebrada por ocho sacerdotes y presidida por el padre Horacio Arango, director del Centro de Fe y Culturas y amigo personal de la familia, contó una nutrida y variada asistencia que iba desde el gobernador Sergio Fajardo y el alcalde Aníbal Gaviria, pasando por empresarios, directivos, familiares y amigos, así como un gran grupo de personas que, de una u otra forma, fueron beneficiados directos de las obras que Lucía promovió a través de su trabajo como una "excelente tejedora de solidaridad, que vivió con el sentido de lo que es un ser humano", expresó el padre Horacio Arango.
Con música y el vuelo de blancas mariposas, quienes conocieron a Lucía saben que ella seguirá intercediendo por los necesitados, abriendo puertas, creando vínculos y recordándonos, en cada una de sus obras, el mensaje de unidad.
La de Lucía fue una vida llena de amor y compasión.
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