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Mateo: en la selva chocoana quedaron los malos recuerdos

EL ESTUDIANTE MATEO Aristizábal Jaramillo contó detalles de su liberación y de su secuestro en la selva por guerrilleros del Eln. Después de 18 días de plagio fue liberado por la presión de las autoridades en Chocó.

  • Mateo: en la selva chocoana quedaron los malos recuerdos | Hernán Vanegas | El viernes Mateo Aristizábal se reencontró con sus familiares después de 18 días de secuestro. En el Batallón Pedro Justo Berrío lo esperaron sus familiares entre los que se encontraba su tía, quien lo abrazó fuertemente luego de ser traído desde las selvas de Chocó en un helicóptero Black Hawk . Después se dirigió a un salón privado del batallón para conversar sobre esta experiencia.
    Mateo: en la selva chocoana quedaron los malos recuerdos | Hernán Vanegas | El viernes Mateo Aristizábal se reencontró con sus familiares después de 18 días de secuestro. En el Batallón Pedro Justo Berrío lo esperaron sus familiares entre los que se encontraba su tía, quien lo abrazó fuertemente luego de ser traído desde las selvas de Chocó en un helicóptero Black Hawk . Después se dirigió a un salón privado del batallón para conversar sobre esta experiencia.
24 de septiembre de 2011
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Por primera vez, Mateo Aristizábal, tu cama la sentiste más cómoda y caliente que nunca. Por fin pudiste descansar plenamente, en una noche tranquila y sin sentir miedo de los que fueron tus verdugos por 18 largos días.

Eso por lo menos le dijiste a tu amigo Daniel, quien ayer en la mañana madrugó a llamarte para saber si estabas dispuesto a hablarle a los medios. Pero dijiste no, y las razones, comprensibles por demás, son el cansancio que te produjo el desgaste para pedir al Eln la liberación de tu padre, sin saber que te quedarías en la selva a cambio de él.

En tu memoria quedarán esas horas interminables en las que los ruidos extraños y ensordecedores de la selva chocoana te producían grandes temores pero que, como afirmaste el viernes, horas después de tu liberación, "siempre estuve tranquilo porque me aferré a Dios y a este Cristo y a los escapularios de mi abuelo", que te protegieron en las noches cada vez que te asaltaron las dudas.

Tus días en la selva
Como tú Mateo lo viviste, hay otros a los que la manigua les ha carcomido la vida. Está el sargento del Ejército José Libio Martínez a quien su hijo Johan Steven espera desde hace 13 años y de quien no saben nada "pues no hemos tenido una sola prueba de supervivencia desde hace año y medio" como expresó ayer su esposa Claudia.

Allá en la selva están los 16 militares y policías que aún quedan en poder de las Farc, y otros como el agente Robert Hernán Guáquez Nupán, secuestrado por el Eln hace ocho años y del que no se sabe nada. Todos hacen parte de unos datos fríos de los que no hay certeza, como afirmaron desde la Fundación País Libre, "no se sabe cuántos son realmente los privados de la libertad", aunque se estima que en los últimos 15 años las cifras han superado a los 3.000 secuestrados.

Tú, como ellos, te levantabas temprano, dijiste que a las cuatro de la mañana a rezar con el librito de oraciones entregado por tu ser querido, hasta que volvías a dormirte, luego "a las seis de la mañana me daban un tinto, a las ocho de la mañana me daban un desayuno, a las 12 me daban el almuerzo y a las 3:30 era la comida", porque a las 6 de la tarde, cuando algunos deambulan en la selva y otros bichos raros se levantan, ya tenías que estar dormido.

Comiste carne, arroz y plátano, y dormiste medio cómodo, gracias al toldillo que te protegió de los mosquitos, del pito que da leishmaniasis y que tu padre te envió con un trabajador, luego de que el 5 de septiembre te cambiaran por él en las selvas de Bagadó (Chocó). Ese día fuiste a pagar por la libertad de tu progenitor una suma exigida por los guerrilleros de la compañía Manuel Hernández "el Boche", bajo el mando de alias "Richard" y "Lucho".

Recuerdas que ese día de septiembre ellos llegaron. "Me encontré con mi papá y nos saludamos. Después me dijeron que yo me tenía que ir con ellos y que ya después arreglaban para terminar de pagar lo que realmente estaban pidiendo. Primero pedían 300 millones y empezaron a rebajar y llegaron a una suma de 100 millones de pesos, ese día yo le llevé 22 millones de pesos".

La justificación que te dieron los guerrilleros para aquel intercambio es "que querían llegar a un acuerdo y que mi papá tenía más posibilidades de llegar a un acuerdo (económico) que nosotros que no teníamos ninguna entrada económica".

Tus días se alegraron cuando te enteraste, por lo que te contaron los guerrilleros, de que tus compañeros de la Corporación Universitaria La Salle salieron a protestar para pedir tu liberación, sin embargo seguías preocupado por tu madre y tu padre a quien tuviste que dejar venir a Medellín porque los fusiles elenos te retuvieron.

La liberación
Así transcurrieron tus días, aferrado a la fe en Dios y viendo pasar el tedio de las horas en medio del verdor selvático.

Hasta que el jueves tuviste la única caminata larga, contrario a lo que están acostumbrados los otros secuestrados. Los guerrilleros te llevaron hasta Piedra Honda, un caserío del corregimiento San Marino, en Bagadó.

Desde allí caminaste, "a las cinco de la tarde me dejaron allá. Me indicaron por dónde caminar hasta que a las 8:30 de la noche llegué a San Marino y me encontré con el comandante en Bagadó. No hubo combates".

Allá te recibieron las tropas del Ejército de la Brigada XV, quienes realizaron un trabajo mancomunado con integrantes del Gaula y del CTI de la Fiscalía.

Así te lo hizo saber el coronel Jorge Horacio Romero, comandante de la Brigada XV, cuando en un Black Hawk se internaron en la selva el viernes al medio día y te trajeron de regreso a la libertad.

Romero explicó minutos después de tu liberación y de encontrarte con tu hermano mayor y tu tío en Quibdó que estabas ubicado por el Ejército y que "el joven Mateo llegó deshidratado, exhausto por el tiempo que estuvo en las selvas del Chocó. Fue inmediatamente atendido por los hombres de esa unidad militar. Le llevaron los médicos del municipio para que le hiciera las recomendaciones y observaciones del caso".

Regresaste a casa
Podría afirmarse, Mateo Aristizábal Jaramillo que tu historia, contraria a muchas otras, tuvo un feliz término.

El viernes regresaste a los tuyos y te abrazaste a tus familiares y amigos luego de un viaje extenuante en un helicóptero en el que el ruido de la hélice fue tu cómplice para hablar con tu hermano.

En tierra, te fuiste con los tuyos y por primera vez consumiste, tras varios días, una gaseosa y otra comida. Mientras, tus amigos que te esperaron en el batallón Pedro Justo Berrío, mencionaban la felicidad que los embargaba, o por lo menos así lo expresó Jennifer Peláez quien en medio de la felicidad expresó un clamor de todos los colombianos "que esto no vuelva a pasar, qué liberen a todos los secuestrados".

Ayer dormiste en tu cama Mateo. Más tranquilo y antes de irte les enviaste un mensaje a los otros plagiados: "Que se peguen mucho a mi Dios". Luego dijiste que volverás a empezar. Ahora miras al futuro, pues tu secuestro es capítulo de un pasado que no piensas volver a leer.

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