Nos comemos un heladito? y lo miró con carita de convencimiento, que no había cómo decir no. Y eso que la fila para comprar los helados era larguísima.
Germán Espinosa estaba con ropa de cero trabajo. Y a sus dos lados, su hijo, Juan Esteban, y el amiguito, que sin preguntarle soltó su nombre: "Sergio Arboleda". Él era el del heladito, aunque cuando Germán dijo que sí, los dos saltaron emocionados.
"Los traje a Los Molinos a los jueguitos", explica Germán y lo interrumpe Juan Esteban: "y vamos a ir al baño y luego a seguir jugando". Están en vacaciones y, dice Sergio, "la estamos pasando bien, ¡súper!".
Los últimos días de vacaciones hay que exprimirlos. Todavía se puede caminar despacio, sin afán, y como dicen por ahí, loliando las vitrinas, las calles y hasta los parques de diversiones.
Cada familia busca su plan, porque eso sí, "hay que tratar de disfrutar al máximo", cuenta Doralba Valencia, quien estaba con su pequeña Ana Sofía Bravo, en el parque Ditaires.
Las piscinas, llenas. A los papás, con la excusa de acompañar a los niños, también se les veía la sonrisa cuando en la piscina de olas el agua los subía y los bajaba.
Para entrar había que madrugar: a las tres y media el cupo estaba completo, pero el sol, indescriptible, como hecho para estos días de descanso. "Ni mandado a hacer", señala Doralba.
Medellín todavía está de vacaciones y eso se siente en las calles: filas para exposiciones, personas recorriendo el alumbrado, los cines llenos, los parques con muchas personas viendo pasar la tarde y los helados que bajan por la garganta, para refrescar.
Al fin y al cabo, las vacaciones se disfrutan hasta el último minuto antes de dormir y tener que levantarse para volver a la normalidad.
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