Si bien Colombia sigue sintiendo los efectos de la inestabilidad económica global, los esfuerzos para impulsar la construcción de infraestructura, mantener la moneda estable y, por supuesto, finalizar el conflicto armado, jugarán un importante papel a la hora de generar una perspectiva económica positiva para este año.
Por ahora las señales son de estabilidad en el crecimiento económico. El Bbva Research pronostica un crecimiento del 4,7 por ciento para este año, sustentado en una recuperación de las exportaciones y la industria manufacturera.
En ese sentido, el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, promulgado en 2013, puede desempeñar un papel importante en la recuperación de algunos sectores de la economía colombiana y en ayudar a consolidar un crecimiento sostenido.
En términos políticos, la finalización del conflicto armado seguirá siendo la prioridad en la agenda del gobierno. Los diálogos de paz entre el gobierno nacional y las Farc avanzan, pese a numerosas controversias y la oposición de figuras como el expresidente Álvaro Uribe.
Sin embargo, el presidente Santos se sostiene su compromiso con los diálogos y espera emplear la continuación de los mismos como parte de su plataforma para las elecciones presidenciales del 2014.
Entretanto, el año que terminó deja lecciones y algunas alertas de los ajustes requeridos para mejorar el desempeño económico del país, en su conjunto en los próximos 11 meses.
Carencias en infraestructura
El crecimiento económico se vio obstaculizado el año pasado por la gran brecha en el desarrollo de infraestructura de transporte.
Un informe de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (Ocde) definió como "bastante pobre” a la infraestructura vial de Colombia y agregó que el país contaba con menos carreteras pavimentadas que muchos de sus pares latinoamericanos, incluyendo Costa Rica, Panamá y Perú.
La falta de vías ha dado lugar a costosas demoras para los fabricantes y otros productores a la hora de transportar sus mercancías, tanto en el interior del país como hacia el extranjero.
El problema ha sido abordado con la creación, en 2011, de la Agencia Nacional de Infraestructura, ANI, encargada de administrar los contratos de concesión y las asociaciones público- privadas (APP) en el sector del transporte.
Sin embargo, el desempeño de la entidad hasta la fecha ha sido un tanto incierto. En un informe publicado en julio de 2013 por The Economist, se puso en evidencia la preocupación de que la ANI, que sustituyó al Instituto Nacional de Concesiones, estaba destinando la mayor parte de su atención en sofisticar sus tramitología e “ingeniería financiera” y, en consecuencia, no estaba lo suficientemente concentrada en asegurar la materialización efectiva de los proyectos de construcción de infraestructura.
Estas observaciones se repitieron en varios informes, incluyendo el emitido en diciembre de 2013 por BBVA Research, que destacó “la ejecución insuficiente de obras civiles a finales del año 2013”.
Con todo, el sector de la construcción se beneficiará significativamente en caso de que Colombia logre hacer que sus proyectos de APP en transporte avancen en 2014
Revisión del 2013
De otro lado, entre los aspectos más destacados del 2013 se incluyen la decisión de Standard & Poors de actualizar la calificación de la deuda externa colombiana y la continuación de los diálogos de paz con el grupo rebelde más importante del país, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc).
Los analistas también señalaron la eficacia de las medidas de estímulo económico adoptadas por las autoridades para hacer frente a la ralentización del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) durante los primeros meses de 2013.
Cabe recordar que un año atrás el Ministerio de Hacienda dio a conocer un pronóstico de crecimiento del 4.8 por ciento. Sin embargo, estas estimaciones se fueron reduciendo a niveles más conservadores a lo largo del año.
El codirector del Banco de la República, Adolfo Meisel, dijo a mediados de mayo al diario Wall Street Journal que esperaba un crecimiento del 4.3 por ciento en términos anuales, mientras que el Fondo Monetario Internacional ajustó las previsiones a la baja, desde el 4,1 por ciento original al 3,7 por ciento, en octubre pasado.
Esto se explica porque el primer trimestre de 2013 resultó ser particularmente difícil, pues el crecimiento del PIB se redujo al 2.8 por ciento anual por causa de numerosos conflictos y paros laborales sumados a la caída en la demanda global de exportaciones. Si bien la economía se recuperó para el segundo trimestre, los exportadores continuaron enfrentando los desafíos inherentes a la fortaleza del peso.
El Banco de la República estaba, entonces, comprometido con un agresivo programa de compra de dólares que mitigara las dificultades asociadas a la fortaleza de la moneda local, lo cual finalmente condujo a la devaluación del peso.
A finales de 2013, la negociación oscilaba entre 1.900 pesos y 1.950 frente al dólar, lo que fue calificado por el Gobierno como una posición “cómoda”, permitiendo al Banco de la República reducir significativamente su programa de compras de dólares.
Así las cosas, los desafíos que se presentaron bajo la forma de un peso muy fortalecido, junto al déficit de infraestructura y la volatilidad económica global condujeron a la desaceleración del crecimiento interno en Colombia. No obstante, el país aún cuenta con varios elementos para pensar en un 2014 positivo.
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