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Monsters University, de Dan Scanlon: alumnos que aprueban sin sobresalir

  • Monsters University, de Dan Scanlon: alumnos que aprueban sin sobresalir | FOTO CORTESÍA
    Monsters University, de Dan Scanlon: alumnos que aprueban sin sobresalir | FOTO CORTESÍA
22 de junio de 2013
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Hace 12 años, cuando Monsters Inc. llegó a las salas de cine, nos asombró tanto con su perfección técnica (ninguna empresa de animación distinta a Pixar era capaz de hacer algo como el movimiento del pelo de Sulley) como con una historia que no se parecía a otra: la de un mundo de monstruos cuya energía era producida con los gritos de los niños que asustaban. Era tan fantástica y única esa historia, como la de los juguetes que hablaban cuando su dueño salía del cuarto, el robot que se había quedado limpiando el planeta Tierra, la rata que quería ser chef o el papá viudo que recorría el océano para encontrar a su hijo.

Los dos protagonistas de aquel relato eran grandes personajes: Sullivan, el mejor asustador de la compañía, seguro de sí mismo, grande y bonachón, y su mejor amigo, Mike Wazowzki, un pequeño monstruo verde, neurótico e incapaz de asustar a nadie. Eran una pareja estelar, perfecta gracias a sus contrastes físicos y de personalidad, como la que formaban Woody y Buzz Lightyear o Dory y Marlin. Eran la versión monstruosa de Laurel y Hardy. Y por eso los adorábamos.

Los grandes personajes se quedan en nuestro corazón para siempre, y cada vez que tengamos la oportunidad, querremos estar cerca a ellos (por eso volvemos a ver versiones de El Conde de Montecristo cada vez que hacen una) Sabiendo esto, Pixar ha creado una historia que nos cuenta los años de juventud de ambos, cuando se conocieron mientras estudiaban para ser asustadores y eran una versión más flaca de sí mismos.

La perfección técnica sigue estando presente. Ver la belleza colorida del campus de Monsters University, con el cuidado por cada detalle que caracteriza a los títulos de Pixar, paga la boleta. La diversidad de los monstruos, el diseño de los edificios, causan asombro, tanto en el público adulto como en los niños que van a ver la película. Y si a eso le añadimos la maravillosa música, esa mezcla de melodías de aventuras y big band de jazz que caracteriza el trabajo de Randy Newman (la canción de la película original le dio su primer Oscar en 2002), uno siente, cuando acaba, que pasó un muy buen rato.

Pero un buen rato no es lo mismo que una experiencia memorable. Y eso ocurre porque Monster University no es nada más que eso: una película de universitarios gringos, como las que hemos visto cientos de veces, donde aparte de que el contexto sea el mundo de los monstruos, no pasa nada original: una fraternidad se burla de otra más débil, uno de los alumnos hace trampa, una profesora estricta se convierte en el obstáculo a superar. ¿Dónde está la fantástica idea que haga a esta historia inolvidable?, ¿dónde el giro argumental que no nos esperábamos? Puede que a los espectadores más inocentes nada de eso les haga falta. Pero los que admirábamos a Pixar por sus logros, tenemos que admitir con tristeza que en materia de creatividad, estos monstruos que tanto queremos, apenas pasan raspando.

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