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Octavio Paz: odisea que transformaba el pensamiento

Hoy se cumplen cien años del nacimiento del autor mexicano, Premio Nobel en 1990 y fallecido en 1998.

  • Octavio Paz: odisea que transformaba el pensamiento
30 de marzo de 2014
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Cuando tenía 42 años y por lo menos cinco poemarios publicados, Octavio Paz, el hijo de la Revolución Mexicana, se preguntó en voz alta, es decir, en un libro, "si de veras valía la pena" hacer poesía: "¿no sería mejor transformar la vida en poesía que hacer poesía con la vida?".

Esta conversación consigo mismo la tuvo en la Advertencia a la primera edición de El arco y la lira —un libro sobre el fenómeno poético, en el que explica que poesía no es el poema, sino que puede encontrar como soporte un poema, un lienzo, una novela, una piedra, para convertirlos en obras de arte—. En el comienzo de tal página, antes de la pregunta, aventuró una respuesta de por qué se escribe:

"Escribir, quizá, no tiene más justificación que tratar de contestar a esa pregunta que un día hicimos y que, hasta no recibir respuesta, no cesa de aguijonearnos".

Octavio Paz es una consciencia ética y estética de América Latina. Por eso, se movió con cierta soltura, en el (in)cierto laberinto de la libertad, en esos dos géneros, el ensayo y la poesía. Géneros que permiten expresar pensamientos y sentimientos, propios para cuando se interna en tales ramas de la filosofía. Y las integra. El estudio del buen vivir, como resumen la primera, y el de la esencia y la percepción de la belleza, como someramente sintetizan la segunda. Aquella basada en el racionalismo; esta, más en la sensibilidad. Y todo porque Paz entendió que no puede haber ética sin estética o, dicho de otro modo, que el buen vivir es bello.

En sus ensayos trató temas de literatura y poesía, como Las peras del olmo o La búsqueda del comienzo; de moral o política, como Puertas al campo, y hasta de la esencia de ser mexicano, como El laberinto de la soledad.

Y en sus poemas también habló de asuntos semejantes: el amor, la identidad y la otredad: uno es el otro. Como se alcanza a vislumbrar, la ética y la estética constituyen para paz el mismo problema.

Octavio Paz es hijo de la Revolución Mexicana, esa que todos dicen que comenzó en 1910, pero no se ponen de acuerdo cuándo terminó. Su padre, Octavio Paz Solórzano fue abogado y trabajó como escribano de Emiliano Zapata.

Y ese mensaje revolucionario lo transmitió en España, donde militó hombro a hombro con los antifascistas.

Atento siempre al pensar y al sentir, Paz participó en revistas como el Taller, en España; el corno emplumado; Revista Mexicana de Literatura; Poesía en voz alta; Vuelta, y Plural, "elegante fusión de literatura y política".

Premio Nobel de 1990, Paz no encontró jamás respuesta a sus preguntas. Por eso, aguijoneado por la incertidumbre de una realidad aplastante, se ubicó siempre detrás de las palabras y los pensamientos para no perecer de pesimismo: "El hombre es una criatura moral que envejece, que muere y que no sabe para qué vino aquí".

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