A pesar de las gravísimas evidencias de deterioro del clima mundial y sus devastadores efectos sobre las poblaciones más vulnerables, la economía y la seguridad alimentaria, la cumbre mundial preparatoria sobre cambio climático realizada en Poznan, Polonia, concluyó sin pena ni gloria. ¿Cuáles son las razones?
Las dos semanas de reuniones, que congregaron a más de 10.000 participantes de 190 países, se gastaron en discursos retóricos que evitaron cualquier compromiso sobre una hoja de ruta para reducir las emisiones de gases efecto invernadero a la atmósfera que ocasionan el cambio climático. Cualquier decisión quedó aplazada para el mes de junio en Bonn, última escala antes de la reunión final a realizarse en Copenhague en diciembre de 2009, momento en que deben quedar definidos los compromisos de los países a partir de 2012 que sustituyen al incumplido protocolo de Kyoto.
De nada valieron el discurso del ex vicepresidente de Estados Unidos y Premio Nobel de Paz, Al Gore, quien hizo énfasis en las oportunidades que ofrecía la crisis económica mundial para diseñar una nueva economía que incluya los costos ambientales y permita impulsar la transformación energética. Tampoco el llamado de Naciones Unidas que, con cifras en mano, mostró cómo desde la década de los 90, las catástrofes relacionadas con el cambio climático -huracanes, inundaciones, sequías- han aumentado en un 350%. Mucho menos los continuos llamados del mundo científico que vaticinan que un aumento de la temperatura mundial por encima de los 2.5 grados centígrados es el límite de no retorno para nuestro planeta y los seres vivos que lo habitamos.
Son varias las explicaciones que podrían estar detrás de este nuevo fracaso. En primer lugar muchos políticos, aunque comprenden la urgencia y los altos riesgos del cambio climático, argumentan que la crisis financiera mundial es un obstáculo para hacer ajustes a sus economías y transformar sus sistemas productivos en favor de los intereses colectivos de la humanidad. No sucede así cuando se trata de rescatar un sistema financiero de carácter privado que ha mostrado serias deficiencias éticas y gerenciales. De otro lado existe una incertidumbre política hasta tanto Barack Obama no se posesione. El nuevo presidente ha manifestado su decisión de tomar medidas de fondo para contrarrestar el cambio climático. Su innovadora propuesta política está basada en la transformación tecnológica que permita la creación de un nuevo sistema energético con fuentes de energía renovable y el desarrollo de una nueva generación de vehículos híbridos, aprovechando la crisis del sector automotriz. Con ello busca generar nuevos empleos y dejar de lado la dependencia externa de los combustibles fósiles. La elección de un Premio Nobel de Física como su Secretario de Energía confirma esta voluntad. En tanto los europeos, buscando mostrar un liderazgo en el tema, organizaron una cumbre paralela en Bruselas para acordar una serie de medidas, tales como reducir en un 20% sus emisiones, incrementar en un 20% el uso de energías renovables y reducir en un 20% el consumo de energía antes del 2020. Un acuerdo muy criticado por las ONG puesto que el mismo es insuficiente, presenta retrocesos y no contempla sanciones para aquellos Estados que no cumplan con estos compromisos. Un acuerdo sin dientes. India y China con un 30% de las emisiones globales están a la expectativa y no tienen afán. En tanto que los países más afectados por los desastres urgen un rápido acuerdo.
Según la Oficina Metereológica del Reino Unido, "la década comprendida entre 1997 y 2007 fue la más calurosa desde que existen registros oficiales (1850), con una temperatura media de 0.74 grados, superior a la de hace un siglo". Esto sin duda muestra que estamos en el filo de la navaja y que se requiere de un compromiso ético y decisiones políticas urgentes. El tiempo se ha agotado.
*Ex ministro de Medio Ambiente
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