Es sorprendente que haya periodistas que aún fundan, que basan su trabajo casi siempre en ruedas de prensa. Las fuentes -con frecuencia funcionarios- los citan, ellos abren los micrófonos muy agradecidos, hacen cuatro o cinco preguntas y el citante responde con su discurso hecho, su libreto aprendido de memoria, y luego aquellos colegas se van a sus redacciones y escriben, por supuesto, lo mismo, solo con algunas variaciones en los puntos y las comas. Vaya manera desgastada y patética de hacer periodismo.
Es como si de esas declaraciones "oficiales" manara la realidad, como si los hechos no existieran o no fueran ciertos si no provienen o tienen la aprobación de las palabras de personas tan "importantes" (diría tan dominantes y hábiles para conducir a un rebaño de periodistas dóciles, inofensivos, acostumbrados a la zona de confort: los salones y los pasillos de los despachos).
Ocurrió esta semana: se publicó un video del Eln en el que una docena de milicianos recorría las calles del barrio Altos de Niquía, en Bello. Portaba banderas, distintivos, pistolas y fusiles y hacía grafitos. El video es de hace tres meses.
En ese vecindario están las paredes pintadas, el pararrayos donde los ilegales colgaron las banderas, el supermercado donde instalaron más propaganda. Y está el testimonio de la gente, que ratifica que el patrullaje de los guerrilleros ocurrió en julio pasado.
Aunque levantado en la periferia, el barrio tiene vías de acceso pavimentadas y está a 35 minutos del centro de Medellín. Pero de una veintena de reporteros locales y corresponsales nacionales, solo dos se tomaron el trabajo de subir al lugar para comparar las imágenes del video con la realidad y constatar los hechos.
El resto aguardó la rueda de prensa: el alcalde de Bello salió a decir que no era en su municipio (luego lo aceptó), un funcionario de Medellín dijo que se investigará y la Policía presentó un video suyo que comparó y concluyó que las imágenes "son viejas".
¿Acaso creen las autoridades (y algunos periodistas) que el Eln manda a doce milicianos a patrullar, hacer un video y de inmediato lo va a publicar, para que se desaten operativos y allanamientos y capturen a sus hombres?
¿Si el patrullaje fue en julio, es menos cierto y preocupante, ya Bello es otro?
Sin periodistas cuyo principio sea ir, ver, preguntar, escuchar, documentar; sin reporteros inquietos, es previsible un periodismo uniformado, homogenizado, unánime. Siempre será más fácil esperar la rueda de prensa. Sabía que Medellín y el Valle de Aburrá les quedan lejos a sus gobernantes, pero no pensé que también les quedan tan lejos a los periodistas.
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