La ciudad se vistió de luces. En las calles, los centros comerciales, las casas y en los edificios, se siente diciembre.
El espíritu navideño cuelga de los árboles en forma de guirnaldas, muñecos, frutas, bolas, cintas, bastones y arlequines.
La creatividad se vive en su máxima expresión. En casi todas las casas, el árbol preside la sala y espera albergar los regalos en la Nochebuena.
Se dice que la tradición del árbol de Navidad viene de una creencia germana que señalaba que un árbol gigantesco sostenía en sus ramas el mundo, el sol y las estrellas.
En el siglo XVI, en los países nórdicos, las familias se reunían en torno a un pino o un abeto. La noche de Navidad, los niños daban un paseo mientras los adultos decoraban el árbol con dulces y frutas. Al llegar, todo era fiesta y alegría.
Es símbolo religioso, de prosperidad, de encuentro, de compartir, de regalos, porque según la tradición, al pie del árbol se ponen los regalos en la Nochebuena. Por eso muchos niños del mundo, esperan la llegada de Papá Noel o del Niño Jesús, con toda la atención puesta en el arbolito.
En las últimas décadas, la costumbre del árbol de Navidad ha tomado gran fuerza, llegando a convertirse, junto con el pesebre, en el símbolo del espíritu de esta época.
Según María Teresa Posada, de la Floristería Holanda, aunque se trata de una tradición importada, este elemento debe retomar el sentido real de la Navidad, y convertirse en un elemento que le de la bienvenida al Niño Jesús.
Puede ser monumental, como el del Rockefeller Center o miniatura, o de galletas, lo cierto es que es indispensable cuando llega diciembre.
Estos son algunos de los arboles que alegran a Medellín y el mundo por estos días. Sin ellos, la Navidad no sería tan colorida.
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