El año pasado sintió muy cerca la muerte. Cuenta que, en medio de la angustia, le pidió a Dios que le regalara dos o tres días más para dejar todo organizado. "Y mire, aquí estoy, gracias a Él".
Las lágrimas asoman en los ojos de René Higuita cuando recuerda este episodio reciente que lo tuvo internado durante tres semanas en el Hospital San Vicente de Paúl.
La enfermedad (toxoplasmosis) ha sido fatal en muchos pacientes, pero él, como en las grandes batallas que libró en los estadios del mundo, salió ganador.
El Loco, el arquero líbero y goleador, el artífice del escorpión en el templo de Wembley, el hombre que con su estilo hizo cambiar las reglas de juego, el genio, el cuidapalos que a finales de 2009 dejó plasmadas sus huellas en el principado de Mónaco como una leyenda del fútbol, recibe hoy un homenaje en su cuna.
A los 43 años de edad entendió que era imposible alcanzar su sueño de jugar hasta los 45 vestido con la camiseta de Nacional y le dice adiós a la competencia, en un momento que considera el arranque a una nueva vida. Una vida en la que su familia jugará un papel especial, a poco tiempo de convertirse en abuelo.
Será una fiesta sencilla, quizás inferior a la que merece una figura de su categoría, pero él la recibe con cariño y humildad. Allí, en el Atanasio Girardot, desde las 2:45 de la tarde, estará rodeado de su familia, de los compañeros y entrenadores con los que escribió páginas doradas para el balompié colombiano, y de una afición que lo hizo ídolo, que lo idolatró.
Se va Higuita, el hombre que asegura que si no fuera por el fútbol sería un obrero o un desempleado más de este país, pues en su juventud, en el populoso barrio de Castilla, el estudio no le llamaba la atención.
Ahora dice que le hubiese gustado ser médico pediatra y, por qué no, se ilusiona con estudiar Derecho para defender a la gente inocente, así como él se sintió cuando terminó en la cárcel por mediar en la liberación de un secuestrado, caso por el cual, asegura, le ganó una demanda al Estado y cuyo dinero aún no recibe.
Es el adiós del futbolista que con su primer sueldo (500 mil pesos) compró moto, televisor y betamax.
¿Qué siente en las horas previas a su despedida?
"Sentimientos encontrados. Recuerdo que cuando estuve en la despedida de Diego (Maradona) me agarró la nostalgia... De todas maneras es un paso que hay que dar y yo llevo dos o tres años preparándome para esto".
¿Lo que van a hacer es lo que imaginaba?
"Si nos estuviera patrocinando una multinacional, se hubiera hecho algo muy diferente, de más caché. Esta despedida lo tiene, pero nos ha tocado trabajar con las uñas, buscar una cantidad de patrocinios, pero es por una causa bonita, en la que el sentido solidario está de primero por la Clínica Noel y el Día del Fútbol Antioqueño".
¿Cuál es el mejor recuerdo que se lleva?
"El fútbol como la vida no es de perfecciones, es de muchas equivocaciones y virtudes. A mis 43 años es el comienzo del final. El final de una carrera activa, pero la recolección de unos frutos para compartir con la juventud. Ahora toca aportar con mi experiencia".
¿Qué derrota dolió más?
"Hay muchas, igual que las satisfacciones. A mí me dolió el gol de Roger Milla (Camerún), pero eso me sucede con todos los goles. A mí me alegró el escorpión, sí, pero hay alegrías que la gente no siente y no le dan despliegue como el hecho de quedar en la historia por haber hecho cambiar las normas de la Fifa, esa es una gran satisfacción y es lo que hay que recoger al momento del retiro, saber que se dejó algo productivo".
¿Algún día se imaginó que llegaría tan lejos?
"Algún vez eso sí se me pasó por la cabeza y también ser médico de niños (pediatra). Lo que jamás imaginé fue que iba a aprender tanto del fútbol, no solo en lo deportivo sino en lo personal. Es decir, que el fútbol se me convertiría en la universidad de la vida".
¿Qué le gustaría estudiar?
"Qué rico seguir con fútbol, con Derecho y me gustaría también que alguien me ayudara a escribir la teoría de este deporte. Aquí varios lo han hecho, pero son gente estudiosa que no tiene el conocimiento. Esa sería una forma de seguir aportando".
¿Se siente pleno?
"Me siento tranquilo, porque soy un ser humano y me sentiría intranquilo si digo que soy perfecto. Algunos se creerán perfectos, pero me da pena tenerles que decir que el único perfecto aquí y en la vida y en el mundo ha sido Dios y, sin embargo, también fue crucificado. Entonces cómo estaremos nosotros siendo pecadores. Me siento satisfecho de ser un hijo de Dios, con defectos y dificultades como todos".
¿Es nostálgico?
" Un poquito, a mí me agarra una depresión la verraca en momentos de alegría. Se me viene a la cabeza un montón de gente que no está y que merece estar, pero no puedo irme contra el triunfalismo que tenemos todos adentro".
¿De celebraciones, recuerda una borrachera?
"Todas eran muy buenas, ya hoy en día no lo hago. A mí nunca me gustó el trago, no era lo mío, los vicios míos eran secos, la vida también me los cobró y hoy Dios me da otra oportunidad que quiero aprovechar".
¿A que le teme René?
"A nada, me estoy preparando es para la muerte (risas)".
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