Su gran enemigo es no contar con los recursos suficientes para irse a competir al exterior. Porque condiciones, las tiene Lukas Ramírez y sobradas. Por algo lleva doce títulos nacionales en Colombia y fue el único que se dio el lujo de destronar a un monstruo del motocrós, como Juan David Posada.
Pero como él mismo lo dice "ya no hay tiempo de llorar", toca mirar hacia adelante y asumir los nuevos retos como el que viene cumpliendo, desde el año pasado, convertido en instructor de varios niños y jóvenes en Bogotá.
Lo de este año fue arrollador: ganó las dos máximas categorías de la disciplina, Mx1 y Mx2, y lo hizo con honores. En ambas, venció en las dos mangas y consiguió todos los puntos posibles. Llegó a la última, de las cinco programadas, ya como campeón adelantado.
Por algo en Suesca, Cundinamarca, sede de la última jornada, recibió todos los honores y aplausos de quienes viven alrededor de este deporte. "Creo que todo es el resultado de una entrega total al motocrós, de sacrificios, de dolores de cabeza por la falta de sitios para entrenar, pero cuando uno se propone algo lo logra. Yo quería ser el número uno de Colombia y gracias a Dios lo he conseguido con esfuerzo y la ayuda de mi familia", cuenta Lukas Ramírez, quien por estos días aprovecha su descanso en una finca.
A los 20 años reconoce que todavía es joven, pero su alternativa de correr en el exterior es muy remota. "Aunque hago parte, desde hace siete años del Team Yamaha Pirelli, este es un deporte que cuesta y mucho más si se va al exterior".
Lo peor, según él, es que no se cuenta con patrocinadores, "entonces es muy difícil salir a competir, que sería lo ideal para mejorar el nivel".
Su hoja profesional es formidable: en siete años ha ganado diez títulos vistiendo la camiseta de Yamaha.
El problema es que en Antioquia la falta de motivación es total por falta de apoyo y de escenarios y poco a poco este deporte muere, paradójicamente teniendo a los mejores pilotos del país y de renombre internacional.
"No es fácil, más bien es bastante duro, porque nos toca ir a mostrarnos fuera de Antioquia. Pero es tanta la calidad de los pilotos de acá, que ganamos casi siempre. Cómo sería teniendo un escenario digno para la práctica y las competencias", agrega en tono melancólico.
El destino lo llevó a emigrar de su tierra, con destino la capital colombiana, donde tiene una escuela de motocrós y a la par aprovecha que en Bogotá hay más escenarios para la práctica.
A su edad, tiene muchos años todavía para estar activo. En Colombia todo lo ha ganado, desde las categorías menores. Por eso sigue soñando en dar otros pasos.
"Sé que pensar en un Mundial es bastante atrevido. Pienso primero en que entidades como Inder e Indeportes me brinden una mano para hacer un sueño realidad: estar en todas las válidas del Latinoamericano el próximo año que son cinco. Creo que lo merezco".
De momento, Lukas Ramírez es el motocrocista de la década.
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