El diseñador Julián Posada habla pausado, cierra los ojos y evoca el nombre de un artesano, que le puso su sello a un estilo. Cita al ebanista inglés Chippendale, que hoy es sinónimo de muebles de lujo.
Y con ello comienza un paralelo entre la historia de algunos muebles y claro, la moda y el estilo, de lo que habla con propiedad.
Este asunto, que lleva estudiando por décadas, y que comparte con sus alumnos en la Colegiatura Colombiana, también lo presentó en la exhibición Cinco puertas abiertas, en la que alfombras, arte y objetos se disponen en ambientes contemporáneos.
La muestra se puede ver hasta el próximo sábado, en la Galería Naranjo & Velilla en San Fernando Plaza.
"Si hoy nos vestimos como queremos, entonces la casa debe ser el reflejo del querer ser, no del parecer", dice con énfasis.
Adiós a la uniformidad. ¿Quién dijo que todo debe ser un loft o ajustarse al minimalismo (además mal entendido como pobreza de ideas)?, se pregunta. Tampoco hay que pensar que el diseño de interiores implica invertir cantidades de dinero.
"La idea de gusto es relativa", anota. Quién dijo que no se puede mezclar artículos de inspiración gótica con cuadros de Picasso, invoca. Quizás, conviene buscar cómo otros lo han hecho: Philippe Starck, Tracia Gayle, Dorothy Draper y Tonny Durquette, algunos referentes.
También habrá que observar mejor cuando se viaja, lo que siempre se hace con diversión.
¿Clásico o contemporáneo? Depende. En esta idea de unirlos, no hay que tener miedo. Pero eso sí, habría que seguir algunos principios básicos: no todo lo que se hereda conviene utilizarse, dice. Hay que dejar que los objetos establezcan un diálogo entre sí: ensayar y replantear, siempre vendrán bien, añade.
"El conocimiento es una obra en proceso". Y así lo es refinar el gusto para hacer del lugar donde se vive toda una obra de arte. Una propuesta en la que se vale cambiar de opinión.
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