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SÍNDROME DEL CONSERVADURISMO GRAVE

  • Paul Krugman | Paul Krugman
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15 de febrero de 2012
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Mitt Romney posee el don de la palabra -palabras autodestructivas-. El viernes lo volvió a hacer, al decirle a la Conferencia de Acción Política Conservadora que fue un "gobernador gravemente conservador".

Como señaló Molly Ball de The Atlantic, Romney "describió al conservadurismo como si fuera una enfermedad".

En efecto. Mark Liberman , un catedrático de Lingüística en la Universidad de Pensilvania, proporcionó una lista de palabras que siguen más comúnmente al adverbio "gravemente"; las primeras cinco, por su frecuencia en el uso, son: discapacitado, deprimido, enfermo, limitado y lesionado.

Queda claro que no era eso lo que Romney quería transmitir. No obstante, si se examina la contienda en el Partido Republicano por la candidatura presidencial, hay que preguntarse si fue un resbalón freudiano.

Está claro que algo ha salido mal en el conservadurismo estadounidense.

Empecemos con Rick Santorum , quien, según la encuestadora Public Policy Polling , es el claro favorito actual entre los habituales votantes republicanos en las primarias, con 15 puntos delante de Romney.

Cualquiera que tenga conexión a internet se da cuenta de que se conoce mejor a Santorum por sus comentarios en 2003 sobre homosexualidad, incesto y la brutalidad. Sin embargo, su rareza es más profunda que eso. Por ejemplo, el año pasado, Santorum se propuso defender la cruzada medieval contra la "izquierda estadounidense que odia a la cristiandad". Problemas históricos aparte (hey, ¿qué tienen unas cuantas masacres de infieles y judíos entre amigos?), ¿qué tenía eso que ver en una campaña política del siglo XXI? Ni se trata sólo del sexo y la religión: también declaró que el cambio climático es una patraña, parte de una "confabulación maravillosamente tramada" por "la izquierda" para proporcionar "una excusa para que haya un mayor control gubernamental de tu vida".

Se puede decir que tal teorización de las conspiraciones no es precisamente exclusiva de Santorum, pero ese es el punto: los gorros de papel aluminio se han vuelto un accesorio de moda en el Partido Republicano, aunque no obligatorios.

Y también está Ron Pau l, quien llegó en un firme segundo lugar en el caucus de Maine a pesar de la publicidad generalizada por tales asuntos como las gacetas racistas (y orientadas a la conspiración) publicadas con su nombre en 1990 y sus declaraciones de que tanto la Guerra Civil y la Ley sobre derechos civiles fueron un error.

Es evidente que un gran segmento de su partido está a gusto con las concepciones que uno podría haber pensado que estaban en el margen extremo.

Finalmente, está Romney, quien probablemente obtendrá la candidatura a pesar de su fracaso evidente para establecer una conexión emocional con, bueno, cualquiera.

La verdad, claro, es que no fue un "gobernador gravemente conservador". Su logro insignia fue una reforma sanitaria idéntica en todos los aspectos a la reforma firmada por Barack Obama para hacerla ley cuatro años después. Y en un mundo político racional, su campaña estaría centrada en ese logro.

Sin embargo, Romney busca la candidatura presidencial republicana, y cualesquiera que puedan ser sus creencias personales -si, en efecto, cree en algo que no sea que debería ser presidente- necesita ganarse a los votantes que son gravemente conservadores de verdad, tanto en su sentido deliberado como en el no deliberado.

Sus muy gastados discursos se basan casi totalmente en fantasías e invenciones diseñadas para apelar a las alucinaciones de la base conservadora.

No, Obama no es alguien que "empezó su presidencia disculpándose en nombre de Estados Unidos", como declaró Romney, una vez más, hace una semana. Sin embargo, esta "falsedad de los cuatro pinochos", como lo expresó el Washington Post Fact Checker , está en el centro de Romney.

¿Cómo fue que el conservadurismo de EE. UU. terminó tan separado, tan en desacuerdo con los hechos y la racionalidad? Ya que no siempre fue así. Después de todo, ¡la reforma sanitaria que Romney quiere que olvidemos siguió el anteproyecto diseñado originalmente en la Fundación Heritage!

Mi respuesta corta es que, finalmente, salió mal la estafa que venía de largo de los conservadores económicos y los partidarios acaudalados a los que sirven.

El punto es que el funesto campo del Partido Republicano de hoy -¿hay alguien que no lo considere funesto?- no es ningún accidente.

Los conservadores económicos tuvieron un papel cínico, y ahora encaran a la información equivocada, un partido que padece un conservadurismo "grave" en la peor forma. Y es posible que la curación del mal se lleve muchos años.

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