Difícilmente te imaginarías a un comandante naval incapaz de controlar los mareos.
Suena absurdo pero así vivió nada menos que el gran almirante inglés Horacio Nelson.
Venció a Napoleón en la batalla de Trafalgar, en 1805, en la que fue herido gravemente y murió.
Este estratega padeció alguna vez cólera, tenía una salud precaria, y sufría de mareos.
Pero su fuerza de voluntad y su pasión por lo que hacía eran más fuertes que sus debilidades.
Nelson es uno más entre tantos seres grandiosos que supieron sobreponerse a la adversidad.
Seres ejemplares en su tenacidad como Dickens, con tantas carencias en su infancia.
Seres corajudos como Beethoven o Goya ante su sordera y como Milton o Borges, ciegos en el ocaso de su vida.
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