Es una mujer. En principio. Están los senos y el cabello y quizá las piernas. La firma de Obregón está al lado derecho, arriba. Está el color y está la forma.
"Yo veo la violencia en la cordillera del Quindío, allí está el seno y la gravidez de la mujer es un volcán". Así dijo el pintor a Semana el 4 de noviembre de 1986. Así está en la otra página, antes del cuadro Estudio para La violencia, que pintó en 1962.
Hay que leer la página de la izquierda y mirar el cuadro de la derecha y los que le siguen, que tienen el mismo tema. Hay que detenerse en los detalles, a encontrar y a conocer los trazos del pintor, que nació en Barcelona, España, pero que llegó a Barranquilla a los seis años y vivió en Colombia la mayor parte de su vida.
Obregón también se llama este libro. Una edición de lujo, "con todos los fierros", como dice Benjamín Villegas, el editor de Villegas Editores. Tiene el mejor papel, una calidad de la reproducción cuidadosa, una tinta especial.
Una tela tipo seda que forra la cubierta "y un estuche con el que se puede poner en contraste el gesto que más conoce uno de Obregón, que es un cuadro que está en el Museo Nacional, con la obra quizá más reconocida de su trayectoria, que es el cuadro de la violencia y que marca una etapa de su trabajo y habla de cómo se comprometía con los temas de interés nacional".
Todo empieza porque Benjamín había querido siempre hacer un libro sobre el artista. Le había trabajado a la idea hasta que llegó el momento de presentarla a una institución que quisiera apoyarla. Esta vez fue el Éxito.
El libro contó, incluso, con la carta blanca de los cuatro hijos del artista. "Contamos con una inmensa cantidad de cuadros. Su hijo mayor había venido reuniendo un catálogo razonado", cuenta Benjamín.
Fueron 1.500 obras diferentes para escoger las que salen publicadas, en un libro que alcanza las 300 páginas y que presenta al pintor de manera cronológica y con ejemplos suficientes para dar cuenta de diferentes etapas.
Secciones que están acompañadas con textos alusivos, de distintos autores, que aparecieron cuando se dieron las exposiciones y que "permiten marcar el valor mismo dentro de la vida del artista y dentro del período que estaba teniendo su obra".
El curador es Camilo Chico, quien además se encargó de los textos. Benjamín no quería ningún crítico de arte, sino un estudioso de la obra.
"La pintura poética, rítmica y profundamente silenciosa de Alejandro Obregón influyó en su generación, estimulando la formación de un grupo de artistas que dividiría en dos la historia del arte en Colombia", escribió Camilo en el prólogo.
Un libro sólo para Obregón, que deja conocerlo y encontrarlo, más allá del punto de vista artístico. Querían algo más poético. Unas páginas que muestran al artista y su manera de ver el mundo y la misma historia del país. Él mismo lo declaró en 1948 y lo recuerda el curador: "El artista es, evidentemente, una especie de antena (...) destinado a recoger y transmitir impresiones".
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