El sonido de los dedos contra la máquina de escribir. Los más pequeños no se la creen. Vuelven a mirar el papel. Vuelven a mirar el teclado de la máquina. Escriben un poco más. "La experiencia es muy charra cuando se equivocan, porque preguntan, ¿dónde borro?, y uno les explica que no pueden borrar y ellos dicen: ´eso es muy maluco, en el computador sí se puede´".
Andrey Santiago Villada, de logística, lo explica con una sonrisa. Es que los niños que llegan a esas máquinas de escribir se maravillan y no pueden creer que antes se pudiera trabajar así. "Les explicamos que había que pensar muy bien qué se iba a escribir, con muy buena ortografía y calidad, porque si no pones una tilde desde el principio, después es más difícil".
Esa es una de las experiencias, propuesta por EL COLOMBIANO, del pabellón Lectura Viva, Alcaldía de Medellín, de la Fiesta del Libro, y que se ubica en las salas temporales del Parque Explora. Los grandes también se acercan a las máquinas y recuerdan viejos tiempos.
Porque en este espacio, completo, no hay distinción en edad. Hay diversión para grandes y niños y la intención es acercarlos y encantarlos con la lectura, pero también hacerles saber que todo el tiempo se está leyendo. Mirar es una manera de leer una imagen, por ejemplo.
Las ideas de diversión son muchas después de que se entra a este lugar. Hay carreras para pasar un nudo de cuerdas, hay un espacio para que Scherezada cuente su historia y varios libros para leer en voz alta.
"En semana vienen muchos grupos escolares y el fin de semana grupos familiares. Esta es una base para que todos se acerquen a la lectura", dice Ana María Yepes, promotora de lectura.
También hay posibilidades de jugar y aprender al mismo tiempo. Donde están los osos polares les proponen a los visitantes armar un rompecabezas tridimensional de ellos, mientras les enseñan lo importante de cuidar la naturaleza y el impacto del calentamiento global en los polos. "Les decimos que como estos se están derritiendo, los osos están desapareciendo", cuentan Alexánder Marín y David Pérez, encargados de este punto del recorrido de la sala. La dinámica es para concientizar.
De esa manera, grandes y chicos van pasando de base en base, leyendo, divirtiéndose y aprendiendo. La última es para los sentidos. En ella se cuenta que Aladín perdió su lámpara y que en varios de esos orificios secretos puede estar. Los invitan a introducir la mano y a descubrir con el tacto las sorpresas que hay detrás. Pueden ser viscosas, duras, rocosas. "Algunos dan mucha risa –expresa Milena Muñoz, técnica de sala infantil-. Todo es de misterio y da mucho susto encontrarse con lo que no ven".
Una propuesta que busca que la lectura esté viva. Que hay mucha magia y muchas historias para explorar. Para leer distinto.
