Las cifras de actos de violencia en el Día de la Madre nos tienen que avergonzar: 13 asesinatos en el Valle de Aburrá y 328 riñas en Medellín constituyen una mancha para una festividad que debería transcurrir en paz y en armonía familiar y barrial.
Pero cada año tenemos que aceptar que esta celebración se nos sale de las manos y que los excesos de licor y animosidad traen estas cifras lamentables.
Se debe empezar, ya, una campaña que impida registros tan negativos. Mal ejemplo para los menores que reciben un influjo tan desastroso.
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