Una cadena de atentados golpeó ayer los feudos gubernamentales de Latakia y Tartús, en la costa siria, donde hubo decenas de muertos y heridos, en unos ataques sin precedentes en esas zonas, reivindicados por el grupo terrorista Estado Islámico (EI).
El saldo total de víctimas es todavía confuso, ya que mientras que las autoridades sirias han hablado de 78 fallecidos y un número indeterminado de heridos, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos lo elevó a 145 muertos y unos 200 heridos.
Los ataques se produjeron en plena hora punta de la mañana, sobre las 09:30 hora local (06:30 GMT), en las estaciones de autobús y otros puntos de Yabla, en Latakia, y de Tartús, capital de la provincia homónima.
Los atentados más mortíferos se dieron en Yabla, donde 45 personas perdieron la vida, según las autoridades —o 97, de acuerdo al Observatorio—, en cuatro explosiones.
En esta población, un coche bomba estalló primero en las proximidades de la estación de autobuses y, poco después, un suicida detonó el cinturón de explosivos adosado a su cuerpo dentro del lugar.
Un tercer y un cuarto terrorista suicida hicieron explotar las bombas que llevaban encima en las proximidades de la Dirección General de Electricidad y en el acceso de ambulancias de un hospital.
Entretanto, en Tartús, fuentes oficiales sirias informaron de 33 fallecidos; una cifra menor a la del Observatorio, que apuntó que hubo 48.
Un testigo en esa ciudad dijo a Efe por teléfono que “una primera explosión perpetrada por un suicida se produjo sobre las 09.30 (hora local) en el centro de la estación. Diez minutos después, hubo dos estallidos, uno en la entrada y otro en la salida”.
Horas después, el grupo terrorista Estado Islámico (EI) reivindicó la autoría de los atentados “contra concentraciones de alauíes”, a través de la agencia de noticias por internet Amaq, vinculada a los radicales.