Noticias falsas o “fake news” hay en todo el mundo y los gobiernos han comenzado una cruzada para combatirlas. En Brasil son un tema clave desde que las elecciones de 2018 estuvieron marcadas por la difusión de cadenas con información no verificada sobre los candidatos. Con ese antecedente, el país entró en un debate que por estas semanas llegó al Congreso: la creación de una ley contra las noticias falsas.
El proyecto considera como desinformación todo “contenido, en parte o en su totalidad, inequívocamente falso o engañoso, sujeto a verificación, fuera de contexto, manipulada o forjado, con el potencial de causar daño individual o colectivo, con excepción del humor o la parodia”.
Este ya fue aprobado por el Senado y está en curso en la Cámara de Diputados, en donde es probable que también consiga el aval de los parlamentarios. El legislativo pretende cercar la difusión de estas en redes sociales y plataformas de mensajería. Como lo explicó el senador Angelo Coronel en la relatoría de la legislación, la iniciativa tiene dos ejes: luchar contra la desinformación y buscar la transparencia en relación con contenido patrocinado.
Para regular las noticias falsas, propone que los usuarios de las plataformas tengan que identificarse con su cédula, limita la cantidad de destinatarios de un mensaje, establece que los proveedores de los servicios de comunicación tienen que presentar a sus consumidores informes sobre la publicidad a la que han tenido acceso y designa a las personas como responsables de etiquetar los contenidos que consideren dudosos.
Sobre esto, el PhD en periodismo y analista de la U. del Rosario, Daniel Barredo, destaca que, aunque sí sirve que los usuarios denuncien los contenidos, se necesita que las compañías tengan una equipo que rápidamente verifique esas alertas. “La responsabilidad de regular es de las plataformas, no de las personas. Por eso mismo están activando mecanismos de detención de fake news”, apunta.
WhatsApp limita la cantidad de contactos a los que se puede enviar una cadena, Twitter marca los contenidos dudosos y Facebook puede eliminar publicaciones cuando han sido reportados por la gente. Un proceso, dice Barredo, que puede tardar hasta tres semanas después de que una publicación llegó a la red social. Entonces, en lo relativo a la interacción con los contenidos, el proyecto plantea parte de lo que ya las empresas tecnológicas están haciendo.