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Estando todavía en su habitación de hospital, en el Walter Reed Medical Center de Maryland, de la que salíó ayer sobre las seis de la tarde con rumbo a la Casa Blanca, las palabras del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvieron a dar de qué hablar: “No hay que tenerle miedo a la covid, no dejen que domine sus vidas. Bajo nuestro gobierno hemos desarrollado medicinas y conocimiento realmente excelentes, ¡me siento mejor que hace 20 años!”
Pero esa versión contrasta con las palabras —y los silencios repetitivos— del médico presidencial, Sean Conley, quien en una rueda de prensa manifestó que aunque el mandatario obtendría el alta esa misma tarde, “aún no está completamente fuera de peligro”.
Por eso, la prensa en Washington le preguntó: “¿Se trata entonces de una decisión apresurada?”. Conley respondió que no y que Trump, de 74 años, “estará en la Casa Blanca rodeado de atención médica de clase mundial las 24 horas del día”, pero se negó a profundizar los detalles del estado de salud del mandatario.
El médico agregó que en las últimas 24 horas Trump ha seguido mejorando y cumplía las condiciones para ser dado de alta, pero señaló que la próxima semana será clave para dar un “último suspiro de alivio”, aunque “todos estamos cautelosamente optimistas y en guardia”, pues “estamos en terreno desconocido”.
Al ser preguntado por periodistas sobre si el mandatario ejerció algún tipo de presión para recibir el alta médica y regresar a cumplir su agenda de campaña por la reelección, Conley aseguró: “No hay nada que él haya hecho que haya influenciado nuestra decisión”.
Sin embargo, aún durante su hospitalización, Trump mantuvo el envío de mensajes políticos a través de sus redes sociales y de videos difundidos por cadenas de televisión. El mandatario hizo reiteradas invitaciones a votar en los comicios de noviembre, acompañadas de alusiones a la protección de la segunda enmienda (que defiende el derecho al porte de armas), a “traer la paz a través de la fuerza”, a “combatir los medios de comunicación corruptos y falsos” y a “no dejarse dominar por el coronavirus”.
Esto último generó reacciones en un sector de la comunidad médica, que advierte que el alta del magnate no puede convertirse en una vía para desestimar los riesgos de la pandemia.
De hecho, Trump es de los primeros pacientes conocidos de covid-19 a los que se ha suministrado una combinación de tratamientos potentes como el cóctel experimental de anticuerpos de la farmacéutica Regeneron, que recibió el viernes; el antiviral Remdesivir y el esteroide dexametasona, que suele ser suministrada normalmente en casos graves del virus y muchos doctores advierten contra su administración en fases tempranas de la enfermedad, como en la que se encuentra el mandatario.
El médico investigador de la Universidad de Stanford, quien además ha sido activista político contra Trump, Eugene Gu, puso en duda el verdadero estado de salud del presidente y calificó de irresponsables sus afirmaciones.
“Si el doctor Conley y los otros médicos de la Casa Blanca no publican el informe de radiología sobre la tomografía computarizada de los pulmones de Trump, es porque él se niega a revelar su información médica protegida. Si el resultado fuera normal, seguramente lo publicaría”, señaló.
Pero los ciudadanos tampoco parecen muy convencidos de la recuperación del magnate. Un sondeo realizado por la firma SSRS, y publicado ayer por la cadena CNN, reveló que tan solo el 30 % de los estadounidenses encuestados confía en la información oficial divulgada sobre la salud del presidente. Y en ese mismo sentido, solo un 37 % aprueba el manejo que Trump ha dado a la pandemia de covid-19, mientras que el 60 % lo desaprueba.
En esas cifras, junto a las de intención de voto, darían pistas sobre la apresurada salida del mandatario del hospital. Según el portal RealClearPolitics, que compila los resultados de encuestas de todo el país, desde el 29 de septiembre, día del primer debate, la intención de voto por Donald Trump ha caído de un 43,3 % a un 42,2 %, mientras que por Joe Biden, ha crecido de un 49,4 % a un 50,7 %.
Paralelamente, un sondeo realizado por NBC News y The Wall Street Journal, luego del primer debate y antes que se diera a conocer el diagnóstico del mandatario, tiene a Biden a la cabeza con 53%, frente al 39% de Trump.
Así las cosas, incertidumbre sería la palabra con la que se abre el último mes de carrera electoral. Con Trump sintomático, el calendario de debates restante es incierto, aunque la Casa Blanca no ha hecho anuncios. Consultado sobre si sería seguro para él y Trump enfrentarse el próximo 15 de octubre en Miami, según la agenda, Biden respondió: “Haré lo que digan los expertos”. Y agregó: “Creo que debemos ser muy cautelosos”.
Mientras que el abogado de Trump y exalcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, señaló que no ve “razón alguna” para que Trump no asista a los debates, pero “tampoco hay razón para retrasarlos. Son muy valiosos y creo que él hará todo lo posible por estar listo”. La atención también se centra en el cara a cara vicepresidencial programado para mañana en Utah y en el que por primera vez Mike Pence y Kamala Harris compartirán escenario.
Y según reseña AFP, aunque las consecuencias electorales de la enfermedad de Trump siguen sin estar claras, se podría considerar el “rebote de Boris” como una señal. La aprobación del primer ministro británico Boris Johnson se disparó después de que contrajera covid-19 y fuera hospitalizado a principios de abril.