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Para llegar de Siria a Bielorrusia hay que recorrer al menos 3.255 kilómetros, en un viaje marítimo y terrestre de más 40 horas, que implica atravesar Turquía, el Mar Negro y Ucrania. Ciertamente, no es la ruta más rápida ni sencilla para pisar territorio europeo, pero es el camino que están emprendiendo migrantes desde Siria e Irak para llegar a la frontera con Polonia.
A ese punto con temperaturas bajo cero, en la línea imaginaria que delimita una zona con influencias de Moscú y otra con la marca de occidente, han llegado 2.000 desplazados internacionales que acampan a la espera de cruzar hacia Polonia y entrar a la tierra prometida de miles de migrantes y refugiados de diferentes zonas del mundo: la Unión Europea.
El Grupo de los 27 enfrenta una nueva emergencia migratoria con la llegada de esas personas a la zona limítrofe. Detrás de los ciudadanos con abrigos y equipaje hay una cuestión política: Bielorrusia está enfrentada con la Unión Europea por las sanciones que algunos de sus integrantes han aplicado al régimen de Alexandr Lukashenko por las elecciones de agosto de 2020, en las que resultó reelegido.
Lukashenko, exmilitar soviético de 67 años, está en la Presidencia desde 1994. Su régimen de tintes autoritarios, y cercano a Vladimir Putin, en Rusia, son motivo de preocupación para la Unión Europea. A su mando, además, está un territorio clave para el suministro del gas que es exportado desde Rusia hacia el bloque comunitario, insumo fundamental para la generación de energía.
Hay una amalgama de relatos en esa crisis migratoria: una Polonia con sectores que rechazan al llegada de más migrantes, una Bielorrusia que parece usar a los desplazados internacionales como forma de ejercer presión sobre su vecino, y una Unión Europea con la dicotomía de antaño de blindar sus fronteras, pero sostener un discurso de mano amiga con la migración.
Polonia conmemoró el jueves su independencia con marchas de movimientos nacionalistas que desde Varsovia celebraron algo más que un aniversario de 103 años de libertad: aprovecharon para reclamar por la “homogeneidad étnica”. Ese Gobierno asegura que el régimen de Alexandr Lukashenko está financiando los viajes de los migrantes en aerolíneas rusas y que estos arriban a la frontera escoltados por uniformados bielorrusos.
“Sellar la frontera polaca es nuestro interés nacional. Está en juego la estabilidad y la seguridad de toda la Unión Europea. Este ataque híbrido del régimen está dirigido a todos nosotros. No seremos intimidados y defenderemos la paz en Europa con nuestros socios de la OTAN y la Unión”, sentenció Mateusz Morawiecki, primer ministro de Polonia.
La disputa en las fronteras de la comunidad con Bielorrusia es una historia repetida, pues en julio 4.000 migrantes, también de Medio Oriente, llegaron a Lituania a través de ese país. Empero, en esta ocasión la Unión Europea y Estados Unidos preparan más sanciones contra Lukashenko, según confirmó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen.
Mientras los políticos libran un debate más sobre cómo gestionar la migración, Bielorrusia estaría instrumentalizando a los migrantes, quienes aguardan a un grado de temperatura, o menos, y con fogatas improvisadas por un puente para cruzar hacia la Unión Europea .