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A Nagorno Karabaj pocos le reconocen como un estado independiente. Queda en el Alto Karabaj y marca los límites entre Armenia y Azerbaiyán. La historia de esos tres lugares se encuentra en el nacimiento de la Unión Soviética, cuando la Rusia bolchevique anexionó a sus vecinos en 1922 buscando crear un gran imperio que encontró su ocaso en 1991 con el fin de la Guerra Fría.
Cayeron las barreras de la supremacía comunista y se abrieron camino quince nuevos estados, tres de ellos en la región del Cáucaso: Georgia, Armenia y Azerbaiyán. Estos dos últimos, con una frontera de tensiones que se traduce en ofensivas y contraataques de manera ocasional: la guerra de 1991 a 1994, los combates de abril de 2016 y una nueva fase de enfrentamientos que estalló hace dos semanas.
Entre ambos quedó una de las tantas piezas sueltas en el rompecabezas que se desarmó entre Asia Central y Europa Oriental cuando cayó el imperio soviético. Nagorno Karabaj se autoproclama como una república, pero está dentro de territorio de Azerbaiyán y la mayoría de su población es armenia. Por ese motivo, este último los apoya económica y militarmente.
Allí se vive bajo la amenaza de una guerra, a la sombra de un gobierno azerí que se niega a rendirse. Esa advertencia se convirtió en un estruendo real el 26 de septiembre, cuando Azerbaiyán comenzó una contraofensiva contra el territorio separatista. Armenia, por supuesto, respondió.
No tienen un gran poderío militar, pero sus aliados sí. Las Fuerzas Armadas azeríes ocupan el puesto 38 en el top de los mejores cuerpos de defensa estatales que hace Global Fire Power, mientras que sus contrincantes están en el 111. Ese ranking se elabora revisando el presupuesto, número de efectivos y el tipo de tecnología de tierra, mar y aire de 138 Fuerzas Armadas en el ámbito mundial.
El número de soldados en servicio de Azerbaiyán (126 mil) casi triplica los de Armenia (45 mil), también lo dobla en equipamiento y en reservas para ir a una guerra. Los primeros tienen a Turquía de su lado, cuyas cuerpos armados están en la posición once del índice. Rusia, el segundo más preparado, tiene un tratado militar con los armenios, pero se mantiene al margen.
Ese es el croquis del último conflicto internacional que estalló en 2020. En el Cáucaso hombres de verde lanzan sus cohetes en tierras arenosas, los carros de combate van de un lado a otro por el Alto Karabaj y las detonaciones ya cobran vidas humanas.
Hace dos meses otra disputa entre Pakistán e India en la región de Cachemira tuvo un relato similar, pero no escaló a mayores, tal vez, porque ambos conocen el desarrollo armado de su oponente, que escala hasta lo nuclear.
Los dos sucesos recuerdan que las guerras son un riesgo para la humanidad. Las que antaño se libraron con ballestas y caballos o en el siglo basado con bombarderos y navíos, ahora se disputan con tecnología, especialmente inteligencia artificial.
Cuando se evalúa dónde están las Fuerzas Armadas más poderosas no basta con revisar su número de efectivos. Debe analizarse la magnitud del territorio y de la población que deben proteger. “Hay que revisar la dimensión, el desarrollo tecnológico y la capacidad de hacer presencia en cualquier parte”, explica el director del Observatorio Militar de la Pontificia U. Javeriana, Javier Rincón.
En esa evaluación también hay que tener en cuenta que los ejércitos son un concepto moderno, aunque la guerra sea una constante en la historia de la humanidad, pues se remonta al siglo XV en Europa, cuando acabó el feudalismo e iniciaron los Estados modernos. Como indica el historiador de la Universidad Rey Juan Carlos (España), Leandro Martínez Peña, “hay una constante que se repite a lo largo del continente: la guerra como elemento del cambio y el surgimiento de los primeros ejércitos profesionales”.
Dice Global Fire Power que los más destacados son Estados Unidos, Rusia y China. Ese análisis coincide con el que hace el Instituto para la Paz de Estocolmo (Sipri) que reseña que los norteamericanos son los que más gastan en asuntos de defensa.
Tienen bases en Europa, Medio Oriente y el Pacífico –cerca de Colombia–, están en los mayores conflictos internacionales y cuentan con lo último en tecnología. “El poder se analiza en función de las fuerzas combinadas. La tecnología, especialmente la inteligencia artificial, determina la capacidad de agredir con mayor fuerza”, agrega Rincón.
Cuentan con más de 13 mil equipos de combate aéreo, 6 mil tanques, 490 dispositivos navales, entre portaaviones, submarinos, entre otros, administrados por 1,4 millones de efectivos en servicio. En contraste, Rusia cuenta con un millón de personas en servicio, 12 mil tanques, cerca de 4 mil aparatos de aéreos y 603 navales. La diferencia entre los dos está en la renovación tecnológica. A ese top se suman India, Japón y Corea del Sur.
“También hay que mirar la capacidad económica porque un país que entra en un enfrentamiento sin poder gastar recursos no puede mantener una guerra prolongada. Asimismo, se debe analizar el terreno en el que se desarrollan las hostilidades y el tipo de confrontación”, apunta el investigador del CIPE de la Universidad Externado, Andrés Macías.
Un ejemplo es que Armenia y Azerbaiyán tienen economías medias, si se compara con los sistemas que mantienen las Fuerzas Armadas más robustas.
En contraste, cuando en agosto India y Pakistán enlistaron a sus combatientes en la línea fronteriza el relato era diferente porque los dos tienen ojivas nucleares. Mientras los primeros cuentan con más hombres, el segundo país tiene buen arsenal. Y en el medio también está China, con quien han tenido conflictos territoriales en esa zona.
Alemania, Francia, Italia y Reino Unido también entran en el top 15 de las Fuerzas Armadas más poderosas. El viejo continente resalta cuando de alianzas se trata y el presidente francés Emmanuel Macron lo tiene claro porque desde 2018 intenta crear un Ejército Europeo paralelo a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la máxima colaboración internacional hasta ahora en materia de defensa. La canciller alemana Ángela Merkel también lo acompaña en esa idea.
Los mejores Ejércitos brillan entre Nortemérica, Asia y Europa y solo un cuerpo de defensa de Latinoamérica se destaca en esa nómina. Brasil, con una tradición militarista marcada desde su dictadura, está en la casilla once. Solo hasta la número 37, donde está Colombia, aparece otra nación de la región. Sin embargo, dicen analistas, los nuestros están más preparados.
“Si se mira comparativamente a Colombia con las activos militares de los vecinos, acá tenemos el más grande en términos de PIB y de gasto general de la nación. En algún momento llego a ser superior en términos de soldados”, afirma el profesor de relaciones internacionales de la Universidad del Rosario, Juan Carlos Ruiz.
Según la Sipri, el gasto militar en Suramérica en 2019 fue de 52,8 mil millones de dólares. Brasil representó el 51% de de ese monto. El importe de Colombia fue de 10 mil millones de dólares, el 9,7 %.
Las alianzas también son estratégicas. El intercambio constante con Corea del Sur, los ejercicios militares junto a Estados Unidos y la experiencia de combatir en territorios agrestes hacen parte del potencial de las Fuerzas Armadas colombianas.
En la lista del poderío mundial sigue México en el escaño 38 y Venezuela en el 41. Pero este último tiene una complejidad mayor porque el Ejército ente armado proestatal, sino que el régimen de Nicolás Maduro está protegido por colectivos paramilitares, los Pranes, la Milicia Bolivariana y cuerpos policiales que actúan con los militares, como la Guardia Nacional, la FAES y el Sebín.
Por ese tipo de escenarios, el profesor Macías del CIPE recuerda que el poderío militar también debe evaluarse en función del tipo conflicto y los actores de este, porque no es lo mismo una lucha Ejército a Ejército a un escenario como el venezolano, en el que hay grupos armados paralelos al Estado que actúan en favor del gobierno.
Dice la Sipri que en 2019 el mundo gastó 1.917 mil millones de dólares en asuntos de defensa. Esa proporción está en aumento desde 2014 y América es el continente que más invierte en esa materia, a pesar de que no es escenario de disputas internacionales como las guerras de Medio Oriente, de África o el conflicto en el Cáucaso.
En esa zona las partes no quieren negociar. Lo mismo sucede en Medio Oriente, de donde se han retirado tropas norteamericanas de países como Siria, pero los enfrentamientos persisten con otros actores. Y, en Cachemira, también se registran tiroteos.
Ante las tensiones internacionales, los países se siguen armando. Ya no con ballestas y caballos como en el pasado, sino con tecnología y armas para disuadir. El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, ha pedido el alto al fuego mundial, pero eso no sucede: los conflictos persisten y los ejércitos se siguen reforzando.