Los asuntos internacionales poco influyen en la decisión de los votantes para las elecciones presidenciales de Estados Unidos porque la ciudadanía se preocupan más por temas como la salud, la economía o la migración por la frontera sur al momento de definir a su candidato. No obstante, hay dos factores que sí entran en la agenda: el comercio y la guerra.
Charles Shapiro, diplomático y exembajador de Estados Unidos en Venezuela, asegura que la política exterior no está en la campaña porque este año la contienda está enfocada en cuestiones domésticas. Especialmente en el contexto actual, cuando el país es el que más casos y decesos registra por el coronavirus y las finanzas se ven afectadas por la pandemia.
En el segundo debate presidencial entre Donald Trump y Joe Biden fue evidente esa tendencia porque los candidatos poco ahondaron en la política exterior cuando discutieron sobre la seguridad nacional, uno de los temas que planteó la moderadora Kristen Welker. La discusión solo giró entorno a la injerencia externa en los comicios.
Rickey Bevington, periodista y analista de ese país, asegura que cuando los norteamericanos piensan en política internacional en el marco de las elecciones solo miran hacia dos asuntos: el comercio y la guerra.
Con el primero, porque la economía afecta directamente a las compañías estadounidenses, especialmente a las manufactureras. Esas empresas han visto el crecimiento de China como la mayor competencia que tiene el país en exportaciones.
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Precisamente, en el marco de esa batalla mercantil con el gigante asiático, la administración Trump desencadenó una Guerra Comercial que se tradujo en una cruzada arancelaria entre los dos países. Una contienda que el mandatario mantuvo a pesar de que el FMI advirtió que esta afectaría de manera directa a los consumidores estadounidenses.
Respecto a la guerra, la ecuación lleva a mirar al pasado. Las reelecciones de George Bush y Barack Obama estuvieron marcadas por conflictos internacionales en Medio Oriente, Afganistán, Irak y Siria. Obama, premio Nobel de Paz en 2009, no pasó un solo día de su mandato sin estar en una confrontación externa.
Sin embargo, por estos días, el relato de la Casa Blanca apunta al pacifismo. En septiembre sirvió como mediadora para la firma del Acuerdo de normalización de relaciones de Israel con Emiratos Árabes Unidos y Bahréin. Además, el pasado 23 de octubre anunció que Sudán se sumaría a esa lista de países que sellarán la paz con Israel.
También aceleró su plan para el retiro de tropas de Estados Unidos en Afganistán, con la meta de que los soldados dejen ese país para Navidad, sellando el legado de guerra de la administración Obama. Por eso, las disputas que encabezó el republicano en estos 46 meses de presidencia trascendieron las armas para apuntarle a un nuevo objetivo: sus rivales económicos.