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La disputa por quedarse con la mayoría del Senado de EE. UU.

La próxima semana serán los comicios de Georgia en los que se definirá qué partido se queda con las dos curules de ese estado. Los demócratas necesitan ganar.

  • Los resultados de las elecciones de Georgia definirán qué partido se queda con la mayoría de escaños del Senado de Estados Unidos. Demócratas necesitan ganarle a republicanos. FOTO Getty
    Los resultados de las elecciones de Georgia definirán qué partido se queda con la mayoría de escaños del Senado de Estados Unidos. Demócratas necesitan ganarle a republicanos. FOTO Getty
28 de diciembre de 2020
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Solo dos escaños separan al presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, de tener la mayoría en el Senado. Curules que, precisamente, siguen en disputa y serán votadas el próximo 5 de enero en el estado de Georgia. Esos comicios son el capítulo final de las elecciones 2020.

El Congreso de ese país tiene dos cámaras. En la Cámara de Representantes los demócratas tuvieron la mayoría en los dos últimos años de la administración saliente de Donald Trump, pero en el Senado los republicanos siempre controlaron la sala y, con esto, le dieron vía libre a la Casa Blanca en asuntos como el juicio político contra el mandatario.

Con los comicios de noviembre el partido de Biden se aseguró su continuidad como la colectividad mayoritaria en la Cámara, pero en el Senado nada es certero porque las dos curules de Georgia quedaron por definirse porque ninguno de los candidatos obtuvo la mayoría necesaria para quedarse con esos asientos.

Actualmente ambos están ocupadas por senadores republicanos, David Perdue y Kelly Loeffler, y los dos aspiran a la reelección, pero la carrera es compleja por varios motivos.

Primero, Georgia es considerado un estado en disputa o battleground state (como se le dice en inglés). Esto quiere decir que ambos partidos acostumbran tener una reñida competencia en los comicios que allí se realizan. Segundo, en noviembre Biden se quedó con los votos electorales que este representa, pero la diferencia en los sufragios populares fue del 0,2 % y estos tuvieron que recontarse antes de ratificar su triunfo.

Tercero, si bien este 2020 en las presidenciales el estado fue azul –o sea, demócrata– en 2016 y 2012 fue una zona roja –es decir, republicana–. Cuarto, las encuestas muestran resultados tan ajustados que para uno de los escaños la diferencia de intención de voto es del 0,1 %.

Para entender la carrera por el Senado en Georgia es necesario tener en cuenta que el Congreso de Estados Unidos renueva cada dos años una tercera parte de sus bancos y las contiendas por esos poderosos asientos se dan por un escaño específico. Es decir, los candidatos se lanzan por una curul determinada y la competencia es directa entre un demócrata y un republicano.

Para uno de los banquillos el actual legislador David Perdue busca la reelección frente al demócrata Jon Ossoff, quien quiere arrebatarle el puesto que ocupa desde 2015. De acuerdo con los sondeos del portal especializado en política, FiveThirtyEight, Perdue tiene el 47,9 % de intención de voto frente al 47,8 % de Ossoff, menos de 0,1 puntos porcentuales de diferencia.

En el otro Kelly Loeffler aspira mantener su puesto, enfrentada a Raphael Warnock. Según FiveThirtyEight, Warnock tiene el 48,3 % de intención de voto, mientras que Loeffler cuenta con el 47,3 %. Esa contienda parecería más sencilla para los demócratas porque Loeffler apenas llegó al Senado en enero de 2020 como reemplazo de Johnny Isakson, quien renunció a su puesto en diciembre de 2019.

“En una elección cualquiera diríamos que en Georgia los republicanos siempre tienen más posibilidades de ganar porque es un estado conservador, pero las circunstancias cambiaron este año con todas las críticas a Trump y es probable que los demócratas puedan quedarse con al menos uno de los escaños. Esta elección tan reñida muestra cómo está dividido el país”, asegura el profesor de política de American University, Emilio Viano.

Biden mira hacia Georigia

Con el resultado de los comicios de noviembre los demócratas quedaron con 48 escaños; los republicanos, con 50. Si los primeros ganaran ambas plazas, conseguirían la mayoría porque la vicepresidenta electa Kamala Harris tiene el poder de desempatar los trámites en el Legislativo. Así que la única salida de la fórmula Biden-Harris es quedarse con esas dos curules.

Controlar el Senado es determinante para aprobar leyes o para la nominación de jueces de la Corte Suprema. Sin ir muy lejos, Trump fue exitoso en este ámbito porque en su periodo presidencial logró consolidar a tres magistrados en el máximo tribunal, un cargo que es de carácter vitalicio. Esto significa que solo se termina si la persona renuncia o fallece.

No obstante, “está previsto que en Georgia se dé la primera derrota de Biden como presidente. Eso es una dificultad para los próximos dos años de su mandato porque tendrá un gobierno dividido, es decir, que no contará con mayorías en el Congreso y eso le impide aprobar normas”, afirma el director del programa de Ciencias Políticas de la Universidad de la Sabana, Cristian Rojas.

El equipo Biden-Harris tiene a Georgia bajo la lupa. Habilitaron un sistema para recibir más donaciones para hacer campaña en ese Estado, están realizando viajes de campaña al lugar para respaldar a sus candidatos Jon Ossoff y Raphael Warnock y estos han lanzado promesas como promover una Ley de Igualdad para intentar convencer a los votantes de ese territorio conservador.

Pero, como lo dicen los números de las encuestas, no hay nada asegurado, menos para los demócratas, y la falta de un Legislativo azul afectaría a la administración Biden-Harris desde el primer momento porque sus secretarios –lo que equivale a un ministro en Colombia– deben ser aprobados por el Congreso.

Algunos determinantes como el nominado para la cartera de Defensa, el general (r) aframericano Lloyd Austin, o la postulada para el Tesoro, Janet Yellen, necesitan la aprobación de los legisladores antes de comenzar funciones.

Los demócratas trazaron un gobierno progresista, que le apostará a la regularización de poco más de 11 millones de migrantes irregulares, al regreso al Acuerdo de París y el deshielo con Cuba, políticas que serán más fáciles de ejecutar si la Casa Blanca tiene un Congreso aliado. Esa meta, por ahora, es una aspiración para los demócratas que parecen ver cómo la balanza se inclina a favor del Partido Republicano .

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